El 22 de abril de 1904 nació en Nueva York el físico teórico Julius Robert Oppenheimer. Fue profesor en la Universidad de Berkeley y asesor jefe de la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, desde donde abogó por el control internacional del poder nuclear. Tras la Segunda Guerra Mundial, ocupó el cargo de director del Institute for Advanced Study de Princeton (EE UU) donde heredaría además el puesto de Albert Einstein como alto profesor de física teórica.
Su impresionante curriculum y varios logros notables en el campo de la física, quedarían eclipsados por uno en concreto: el desarrollo de la bomba atómica. Como parte importante del Proyecto Manhattan, Oppenheimer participó de forma muy activa en el desarrollo de las primeras armas nucleares.
A pesar de mostrarse como un firme defensor del uso de armas atómicas durante la guerra, la situación cambió totalmente, de forma dramática, cuando vio el resultado de su obra tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
A partir de entonces, fue una de las principales voces que defendían el control del armamento nuclear, lo que le granjeó muchas enemistades políticas y estar siempre bajo sospecha durante la ‘caza de brujas’ del macartismo.
Su frase más celebre fue en realidad un pensamiento, el que acudió a su cabeza al presenciar la primera explosión nuclear durante la prueba Trinity, un verso del texto sagrado hindú Bhagavad-gītā: “Me he convertido en la Muerte, destructora de mundos”.