En el verano de 1946 los europeos occidentales celebraban con alegría el primer estío libre de guerra en años. Para hacer coincidir la moda con el nuevo estado de ánimo imperante en la Europa de posguerra, los diseñadores franceses Jacques Heim y Louis Réard competían palmo a palmo por diseñar el traje de baño más pequeño y atrevido posible que simbolizara la nueva libertad.
Finalmente fue Reard quien el 5 de julio de 1946 presentó el bikini, 'el más pequeño del mundo', tal y como él lo definía. Un explosivo traje de baño que debe su nombre al atolón de Bikini (en las Islas Marshall) sobre el cual el gobierno de EE UU detonó días antes una bomba como resultado de unas pruebas nucleares.
El sugerente diseño de Reard, que consistía en un sujetador superior y en dos triángulos de tela invertidos y conectados con una cadena, escandalizó al mundo entero.
Cuando este diseñador francés, un ingeniero mecánico que se pasó al mundo de la moda para ayudar a su madre con su zapatería, quiso presentar el bikini al mundo, se encontró que ninguna modelo profesional quería lucirlo en público por pudor.
Finalmente, Reard recurrió a Micheline Bernardini, una bailarina exótica del Casino de París que no tuvo reparos en vestir el escandaloso traje de baño de 76 centímetros cuadrados en la Piscine Molitor, una piscina pública parisina, y en dejar boquiabiertos a quienes lo presenciaron.
El desvergonzado diseño escandalizó primero y cautivó después al mundo entero. Se convirtió así en la prenda más criticada y más atrevida.
Poco a poco su uso fue causando sensación a lo largo del mediterráneo. Aunque España e Italia prohibieron a las mujeres vestirlo, poco tardaron en rendirse a su seducción y a los nuevos tiempos. En 1950 el bikini era ya un pilar fundamental de las playas europeas.
América, sin embargo, se resistió a portar el atrevido traje de baño. No fue hasta la década de 1960 cuando el bikini aterrizó con éxito y en masa entre las jóvenes americanas.