Un estudio elaborado por investigadores de varias universidades norteamericanas muestra que olores específicos que representan comida o indican peligro son capaces de alterar la vida y el perfil fisiológico de un animal. El estudio, que se publica en PLoS Biology , señala que los olores activan un pequeño número de neuronas sensitivas muy especializadas.
Los científicos han logrado identificar el CO2 como el primer y bien definido odorante capaz de alterar la fisiología y afectar el envejecimiento en moscas de la fruta. Así, las moscas que no podían oler el CO2 vivían más, eran más resistentes al estrés y tenían más grasa corporal que las que sí eran capaces. El estudio es un paso más para comprender cómo la percepción sensorial afecta a nuestra salud.