En 1959 el estadounidense Frank Drake apuntó una antena de 26 metros en dirección a dos estrellas cercanas con la intención de captar alguna señal de vida extraterrestre. Empezaba así el proyecto conocido como SETI (Search for Extra Terrestrial Intelligence) dedicado a la búsqueda de inteligencia fuera de nuestro planeta que estuvo auspiciado por la NASA durante la carrera espacial.
En 1977, el voluntario del proyecto, Jerry R. Ehman, descubrió que el radiotelescopio Big Ear (Gran Oreja) había captado una señal que consistía en una serie de números y letras que llamaron su atención: 6EQUJ5. Esta señal duró 72 segundos con una intensidad 30 veces mayor que el ruido ambiente. Ehman, en un estado de euforia, escribió la onomatopeya Wow! en los márgenes de la señal impresa. Si la señal Wow! fue enviada por seres inteligentes o fue una simple interferencia es aún un enigma.
El 20 de noviembre de 1984, después de que la NASA retirara sus fondos del proyecto, se creó el Instituto SETI, una organización privada sin ánimo de lucro que continúa la labor de exploración de las señales del cielo en búsqueda de vida, y sobre todo, de vida inteligente.
"Nuestra misión es explorar, entender y explicar el origen y la naturaleza de la vida en el universo, y de aplicar los conocimientos adquiridos para inspirar y guiar a las generaciones presentes y futuras" explica en Instituto en su página web.
Uno de sus proyectos más reseñables de la organización ha sido el SETI@home (SETI en casa), desarrollado por la Universidad de Berkeley (California) y que contó con más de 5 millones de voluntarios en todo el mundo. Estos voluntarios, la mayoría aficionados, analizaban desde su ordenador paquetes de datos reales obtenidos desde el radio observatorio más grande del mundo, en Arecibo (Puerto Rico).
El Instituto, en el que trabajan 130 científicos, está formado por el Centro para la Investigación SETI, el Centro Carl Sagan para el Estudio de la Vida en el Universo y el Centro para la Educación y la Divulgación.