Excéntrico y brillante, inventor y apasionado de las matemáticas, a Charles Babbage (1791-1871) le debemos los primeros desarrollos de los modernos ordenadores. Su primer intento fue la máquina diferencial, que concibió con el objetivo de que las tablas matemáticas, que entonces realizaban personas denominadas ‘computadoras’, pudiesen ser calculadas mecánicamente, evitando así los errores humanos. Compuesta de 25.000 piezas, con un peso de 13.600 toneladas y más de dos metros de alto, la máquina diferencial fue presentada en 1822 pero no llegó a terminarse de construir.
Once años después, Babbage conoció a alguien que sería fundamental en sus investigaciones: Ada Lovelace, entonces sólo Ada Byron, de 15 años de edad. Brillante matemática, Lovelace fue una de las pocas personas que comprendió las ideas de Babbage. Entonces él estaba diseñando la máquina analítica, más compleja que la diferencial, y que podía ser programada usando tarjetas perforadas. Lovelace creó un lenguaje de programación para la máquina que, de haber sido construida, hubiera sido el primer ordenador de la historia.