El 15 de mayo de 1857 nacía en Dundee (Escocia) Williamina Paton Stevens Fleming, una maestra de escuela cuyas dotes científicas le acabarían proporcionando un lugar de honor en la historia de la astronomía.
Trasladada a Boston, en el verano de 1878 –con 21 años– embarazada y abandonada por su marido, comenzaba a trabajar como criada en la casa de Edward Pickering, director del Observatorio de Harvard, que estaba frustrado con su asistente masculino y le juró a este “que su asistenta podría desempeñar mejor su trabajo”.
No le faltaba razón. Tres años más tarde, Fleming fue nombrada miembro permanente del personal de investigación y pasó a estar a cargo de docenas de mujeres jóvenes –las denominadas calculadoras– que clasificaban los miles de datos del observatorio.
Tal fue la entrega de Fleming, que acabaría elaborando un sistema de clasificación de estrellas en función del hidrógeno en su espectro, con el que catalogó más de 10.000 estrellas. Durante los siguientes 30 años realizó análisis de espectros estelares, hasta convertirse en la conservadora del archivo fotográfico de Harvard. Ese fue el primer cargo institucional de esta universidad para una mujer.
En la imagen, tomada en el Observatorio Harvard en Cambridge, Massachusetts, Fleming (de pie, en el centro de la fotografía) cerca del año 1890 junto a las calculadoras humanas –que fueron conocidas coloquialmente como el harén de Pickering– catalogan estrellas del firmamento.