Un estudio desarrollado por el norteamericano Buck Institute abre un horizonte esperanzador para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson: la posibilidad de desarrollar un test para determinar si una persona tiene factores de riesgo que pueden acabar derivando en esta enfermedad neurodegenerativa. La investigación, practicada en ratones, muestra que un aumento en los niveles de MAO-B, una enzima que regula la actividad nerviosa del cerebro, contribuye a la neurodegeneración asociada al Parkinson. Así, si se elaborase una prueba para medir los niveles de MAO-B, se podría realizar un diagnóstico temprano de la enfermedad y comenzar a tratarla antes de que aparezcan los síntomas.
De todos modos, Julie Andersen, investigadora principal del estudio, advierte hay que tener en cuenta que el Parkinson es una enfermedad con múltiples causas y que "el hecho de que alguien tenga un nivel alto de MAO-B no significa necesariamente que esté condenado a desarrollar la enfermedad de Parkinson".