Esta imagen dio la vuelta al mundo el pasado mes de marzo cuando John Kovac y su equipo del telescopio BICEP-2 informaron que los 'remolinos' que muestra siguen un patrón de polarización –denominado modo B (con tonos rojos o azul según giren en el sentido de las agujas del reloj o al contrario)– que se relacionan con las ondas gravitacionales primordiales de los inicios del Big Bang. Todo un gran descubrimiento en cosmología, pero que a las pocas semanas se puso en entredicho.
A mediados de mayo la revista Science ya se hacía eco de las dudas que planteaban expertos como Adam Falkowski, del Laboratorio de Física Teórica de Orsay (Francia), que sospechaba que no se había descartado bien el polvo de nuestra galaxia en las observaciones, así como una posible mala interpretación de un mapa preliminar del universo captado por el satélite Planck, tomado de la diapositiva de una presentación, y que sirvió de referencia para el equipo de Kovac.
En la misma revista, periodistas científicos como Adrian Cho se hacía la misma preguntas, y el astrónomo Christopher Crockett lo hacía en ScienceNews. También numerosos científicos, como Raphael Flauger, del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, expusieron sus dudas en las redes sociales.
La colaboración BICEP2 hizo su gran anuncio sin un paper revisado por pares que les respaldara, aunque este mes de junio por fin lo han publicado en la revista Physical Review Letters. En ella informan de la detección del modo B de polarización, la señal que podría proceder de las ondas gravitacionales creadas por la inflación en los instantes iniciales del universo, aunque en la misma revista aparecen puntos de vista que no olvidan el debate en torno al posible efecto del polvo de nuestra galaxia.
"Las fuente más probable de la polarización de modo B observada son ondas gravitacionales generadas por fluctuaciones cuánticas en el universo muy temprano", afirma su editorial, aunque también subraya: "Pero hay posibilidad real de que sea el resultado de polvo polarizado más que de efectos primordiales, por lo que se requieren claramente más datos para resolver la situación". En este contexto la información que aportará este año el satélite Planck es una de la más esperadas por la comunidad científica, y algunos datos se podrían adelantar en el Congreso ICHEP2014 que comienza a principios de julio en Valencia, donde también está invitado el equipo de BICEP2.