Esta semana los investigadores Stanley Kidder y Thomas Vander Haar de la Universidad Estatal de Colorado (EE UU) repasan en un artículo en Science cómo han evolucionado las observaciones de la atmósfera de la Tierra desde que se lanzó el primer satélite meteorológico, TIROS 1, hace 50 años. Desde entonces los datos facilitados por estas naves han revolucionado los pronósticos del tiempo.
Los autores explican que, debido al fino tamaño de la atmósfera terrestre, las observaciones por satélite son la mejor manera de estudiar la atmósfera de forma completa e inmediata. La medida de las precipitaciones, la cubierta de nubes, las mediciones del suelo, los gases, el polvo y las cenizas volcánicas se registran desde el espacio con cada vez más sofisticadas herramientas.