La astrónoma norteamericana Vera Rubin, cuyo trabajo contribuyó al descubrimiento de la materia oscura, ha muerto el pasado domingo a los 88 años. Nacida en una familia judía en Filadelfia (Pensilvania, EE UU) en 1928, mostró interés desde una temprana edad por el firmamento y sus particularidades.
Graduada en Astronomía tras su paso por la Universidad de Vassar (Nueva York), intentó entrar a la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) sin éxito, pues no se aceptaron mujeres en el programa de Astronomía hasta 1975.
Aunque el primero en hablar sobre la materia oscura fue el suizo Fritz Zwicky en 1933, Rubin halló evidencias sobre su existencia en 1964, junto a su compañero de profesión Kent Ford.
Su trabajo pionero permitió determinar que más del 90% del universo está compuesto por esta sustancia impalpable, además de explicar su papel en la rotación de las galaxias.
Múltiples reconocimientos avalan su trayectoria, entre los cuales destaca una Medalla de Oro de la Real Sociedad Astronómica de Gran Bretaña, lo que la convirtió en la segunda mujer reconocida por esta institución después de la astrónoma alemana Caroline Herschel en 1828. No obstante, el Nobel de Física nunca le fue otorgado.