Investigadores españoles y portugueses han comprobado que los palitos de pescado fritos generan más furanos que los cocinados al horno. En concreto, el triple si se fríen en aceite de oliva y el doble con el de girasol. Estos compuestos favorecen las características organolépticas de los alimentos, pero se sospecha que son tóxicos y cancerígenos.