La naturaleza no deja de reservar sorpresas para la ciencia. Un equipo de investigadores de la Universidad de California, Irvine, ha encontrado en los hongos que crecen en los bosques de abetos de Alaska y Canadá un aliado inesperado en la lucha contra el cambio climático. Así, cuando la tierra de estos bosques se calienta, los hongos que se alimentan de las plantas muertas se secan y producen mucho menos dióxido de carbono (gas que provoca el calentamiento global) que los hongos de terrenos más húmedos y fríos. El descubrimiento ha sorprendido a los científicos, pues esperaban que un terreno más cálido emitiese más cantidades de dióxido de carbono. Hasta ahora, se creía que el frío extremo decelera el proceso por el cual los hongos convierten el carbono de la tierra en dióxido de carbono. El estudio se publica en Global Change Biology.