Los bonobos (Pan paniscus), los parientes más cercanos de los humanos junto con los chimpancés, han cultivado una imagen de especie pacífica y practicante del amor libre. Esto se debe a que, por ejemplo, entre ellos las hembras tienen un estatus social más importante que el de los machos, a que utilizan las relaciones sexuales –en y entre los sexos- para saludarse, resolver los conflictos o reconciliarse y –como se pensaba hasta ahora- tan sólo se alimentan de antílopes, ardillas y roedores. Sin embargo, esta imagen idílica se acaba de venir abajo gracias a una investigación del Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck, que se publica mañana en Current Biology.
Gracias al estudio de una población de bonobos en el Parque Nacional de Salonga en la República Democrática del Congo durante cinco años, los investigadores descubrieron que éstos, al igual que los chimpancés, cazan y comen ejemplares jóvenes de otras especies de primates. Estos hallazgos obligan a revisar a la asunción de que el dominio masculino está asociado a la violencia física, la caza y el consumo de carne, algo que hasta ahora se pensaba que diferenciaba a estas dos especies de primates.