Los lobos marinos antárticos crían en densas colonias en la orilla del mar y durante el periodo de lactancia –que dura aproximadamente cuatro meses– las madres alternan las inmersiones para alimentarse con el periodo de amamantamiento en tierra. Cada vez que regresan a la colonia, las crías y sus madres se guían por su fino sentido del oído para localizarse entre miles de individuos y después usan su no menos desarrollado olfato para confirmar que no han errado.
El científico Thierry Aubin, de la Universidad de París-Sud, y su equipo han investigado qué componentes de la firma vocal individual de la madre detectan los cachorros y han llegado a la conclusión de que utilizan tanto la amplitud como la frecuencia del sonido para identificar la voz de la madre. La modulación de frecuencia se propaga de forma fiable hasta unos 64 metros, mientras que la modulación de amplitud empiezan a degradarse a partir de unos ocho metros. Estos resultados sugieren un proceso de identificación de dos fases: en la larga distancia los cachorros identifican primero el patrón de modulación de frecuencia de la llamada de su madre y cuando la tienen más cerca usan el patrón de modulación de amplitud. Después se huelen mutuamente y voilà; no hay lugar para el error.