Hoy en día se conoce la secuencia de cientos de miles de proteínas, incluidas las que están codificadas en varios genomas completamente secuenciados, y la estructura de miles de ellas. Esta información es extremadamente valiosa, porque tener un conocimiento detallado de la estructura de las proteínas facilita diseñar fármacos contra su funcionamiento erróneo, pero para poder extraer todo su potencial es necesario entender cuál es la función que estas proteínas desempeñan en los procesos celulares, y reconstruir sus relaciones funcionales y evolutivas.
El trabajo publicado recientemente en la revista PLOS computational biology (PLoS Comput Biol 5(3): e1000331) por la Unidad de Bioinformática del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CSIC-UAM), impulsado por su recientemente fallecido director Ángel Ramírez Ortiz, ha demostrado de forma rigurosa que el mecanismo de evolución divergente de las proteínas permite clasificar sus estructuras, pero sólo hasta similitudes relativamente grandes, a partir de las cuales adquieren más importancia los mecanismos de evolución que no son compatibles con una clasificación estructural