Que los animales no humanos se aparean con congéneres del mismo sexo es algo que los científicos han documentado desde hace tiempo. Sin embargo, poco se sabe de lo que suponen estas prácticas a nivel evolutivo. Ahora, un equipo de investigadores Universidad de California en Riverside publica en Trends in Ecology and Evolution un trabajo en el que señala que estos comportamientos son también agentes del cambio en la evolución.
“Las relaciones sexuales dentro de un mismo sexo se consideran desde hace tiempo como un puzzle fascinante desde la perspectiva evolutiva. El misterio más obvio es porqué los animales participan en prácticas sexuales que no tienen como resultado directo la reproducción”, señala el autor principal, Nathan W. Bailey. Así, los investigadores analizaron cómo estas interacciones sexuales pueden alterar las dinámicas evolutivas entre poblaciones o especies. Por ejemplo, los estudios sobre el albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis) muestran que casi un tercio de las parejas de estas aves están formadas por dos hembras, ya que tienen más éxito a la hora de criar a sus polluelos que las hembras sin pareja.
Estas prácticas “se despliegan con flexibilidad en una gran variedad de circunstancias, por ejemplo, como tácticas de reproducción alternativas, como estrategias de cría cooperativas, como facilitadores del vínculo social o como mediadores en los conflictos entre sexos”, señala Bailey. De este modo, las prácticas intrasexuales son una fuerza que potencialmente puede dar forma a la selección de determinados rasgos y pueden tener importantes consecuencias evolutivas al cambiar las dinámicas sociales en la población.
