Una revisión de varios estudios realizada por investigadores de Cochrane (organización inglesa sin ánimo de lucro y especializada en investigaciones sobre salud) concluye que las mujeres deberían poder comer y beber lo que quieran durante el embarazo, ya no que existen evidencias de riesgos o beneficios en una situación de ausencia de complicaciones. Aunque la práctica de controlar la alimentación de las embarazadas ha estado muy extendida durante el siglo pasado, en los últimos años los médicos están adoptando la política de dejar la decisión en manos de las mujeres.