Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona ha determinado que el aumento del dióxido de nitrógeno, carbono negro y ozono en el ambiente estaba vinculado a un mayor riesgo de hospitalización por esta enfermedad, ingreso en UCI y muerte.
Solo el 35 % de esos azúcares procede de alimentos con elevada densidad nutricional, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada, que ha sido publicado en la revista Nutrients.
Científicos del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (CSIC) han encontrado once nuevos compuestos químicos, como filtros ultravioleta de cremas solares y parabenos, en muestras de cordón umbilical tomadas a recién nacidos. Los investigadores advierten de sus posibles efectos negativos y de la necesidad de un mayor seguimiento y regulación.
Estos componentes son una familia de moléculas que se encuentran en los alimentos, pueden tener efectos cancerígenos y se han descrito como agentes inmunosupresores. Las más de 80 muestras analizadas proceden de lugares como España, Estados Unidos e Italia por lo que los expertos advierten de la necesidad de mejorar los controles de seguridad alimentaria.
La Organización Mundial de la Salud ha indicado que aditivos como el aspartamo, la sacarina o la estevia no son efectivos en la reducción de la grasa corporal a largo plazo. Además pueden tener efectos indeseados si se usan por mucho tiempo, como el aumento del riesgo de diabetes de tipo 2, de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad en adultos.
Una serie de estudios en The Lancet indican que diversos tratamientos a mujeres embarazadas, como suplementos de micronutrientes, complementos energéticos, aspirina o progesterona vía vaginal, podrían reducir los fallecimientos de bebés al nacer o durante la gestación en países de renta baja o media. Por su parte, la administración de corticoides reduciría las complicaciones en los nacimientos prematuros.
El consumo de estos frutos secos tiene un papel fundamental en el desarrollo del cerebro, sobre todo en la adolescencia, según un estudio del Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili y de ISGlobal. Los investigadores han constatado efectos beneficiosos como el aumento de la capacidad de atención.
Algunos bancos de sangre no han recuperado sus reservas tras la pandemia y buscan impulsar las donaciones entre los jóvenes en un contexto de envejecimiento poblacional. Mientras tanto, la ciencia intenta producir células sanguíneas en el laboratorio para cubrir algunas necesidades que ni siquiera la sangre humana puede satisfacer.
Un estudio científico español ha constatado que el incremento en las restricciones permitió reducir la transmisión del virus y la incidencia de la enfermedad. Los cálculos estadísticos apuntan a que aumentar un 34 % la intensidad de las medidas logró reducir la transmisión un 22 % semanal.