Una alteración en el gen CLDN16 es responsable de una patología minoritaria renal conocida como HFHN. Los enfermos españoles, 20 niñas y 14 niños, tienen afectada una secuencia de ADN diferente al resto del mundo y que también perjudica a la visión. Un equipo de investigación ha demostrado que todos los casos actuales del país se deben a un ancestro común.
Personas de 30 familias españolas de apellidos diferentes padecen a día de hoy la misma enfermedad renal, causada por una mutación que proviene del mismo antepasado. Los resultados genéticos publicados en la revista PLoS ONE por un grupo liderado por Félix Claverie-Martín, coordinador del consorcio Renaltube, han demostrado que un único ancestro diseminó esta patología por diversas regiones de la península.
“La mutación se identificó hace ocho años, pero ahora hemos revelado la región del gen que solo está afectada en los pacientes españoles”, cuenta a Sinc Claverie-Martín, investigador en el Hospital Nuestra Señora de Candelaria (Santa Cruz de Tenerife).
En España, hay 34 casos descritos con este trastorno –20 niñas y 14 niños– pertenecientes a linajes aparentemente no relacionados entre ellos.
Los casos nacionales son pocos porque, aparte de tratarse de una enfermedad hereditaria y con un patrón recesivo, también es minoritaria. Como muchas de las patologías poco frecuentes tiene un nombre interminable y de difícil pronunciación: hipomagnesemia familiar con hipercalciuria y nefrocalcinosis (HFHN).
El cuadro patológico de los 34 se debe a una mutación en el gen CLDN19, a diferencia de la alteración habitual en el CLDN16 del resto de la población mundial. En ambos casos, la persona afectada sufre pérdidas renales excesivas de magnesio y calcio que se manifiestan mediante infecciones de orina, dolores abdominales, vómitos y falta de crecimiento.
Tony, afectado por la enfermedad renal HFHN. / NJ
Pero los casos españoles también padecen defectos oculares graves provocados por la mutación nacional, que también se expresa en la retina. A los fallos renales crónicos que aparecen durante la infancia y la adolescencia, se le suman miopías severas y nistagmo, un movimiento involuntario y constante de los ojos.
Ojos temblorosos
El proceso de detección de este tipo de enfermedades acostumbra a ser largo. Míriam López lo recuerda perfectamente con su hijo Aram: “Fue una odisea, ningún médico –ni público ni privado– nos hacía caso, tardamos un año en dar con el diagnóstico”. Su niño es uno de los dos identificados con esta mutación en Cataluña. Hasta los seis meses, nunca se había puesto enfermo, pero desde entonces dejó de crecer, a pesar de que comía y dormía bien.
“No lo entendíamos porque mi marido mide 1,80 cm y yo 1,63 cm”, sigue relatando con todo detalle. El extraño temblor de su mirada hizo sospechar del mal funcionamiento de los riñones a José Nieto, del servicio de nefrología pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron (HUVH).
El análisis molecular confirmó el mal funcionamiento de los riñones de Aram y unas buenas gafas apaciguaron el movimiento constante de sus ojos, que sin lentes temblaban por la dificultad de enfocar a casi 20 dioptrías.
Después de incontables pruebas médicas, su madre se sometió al último análisis. Cuando estaba embarazada de ocho semanas de un segundo hijo, se hizo una prueba genética que viajó desde Barcelona a Tenerife, donde el doctor Calverie-Martín la analizó. El hermano pequeño de Aram llegaba al mundo sin la mutación. Ahora ya tiene un año y medio y está sano.
El caso de Isabel Expósito fue distinto. No llegó a tiempo al asesoramiento genético porque su primer hijo fue diagnosticado a los ocho años, cuando ella ya estaba encinta del tercer bebé. Nada más nacer, la pequeña Carla pasó su primer examen. Una muestra de sangre del cordón umbilical delató la mutación causante de la misma patología que sufría su hermano Edgar. Aunque, en esta ocasión, la detección precoz ayudó a que con tan solo un año y medio le trasplantaran un riñón que ahora le permite “hacer vida normal”, asegura la madre.
“Estos avances son interesantes tanto para preparar a los niños para un trasplante como para evitar la enfermedad a la descendencia”, destaca Claverie-Martín. Un tratamiento para restablecer las pérdidas de calcio y magnesio acompaña a estos pacientes hasta la antesala del deseado trasplante.
Los fallos renales crónicos aparecen durante la infancia o adolescencia del paciente, que hasta entonces depende de la diálisis para combatir el mal funcionamiento de sus riñones. También hay casos, aunque escasos, de personas que desarrollan complicaciones renales mayores y otras que incluso se salvan de ellas. Por ejemplo, el hermano mediano de Edgar y Carla solo es portador y no está enfermo.
La mutación subió a Francia tras la Guerra Civil
En Francia también se investiga la mutación responsable de la HFHN. Allí la colombiana Rosa Vargas-Poussou, del departamento de genética del Hospital Europeo Georges Pompidou de París, ha descrito a dos españoles y doce franceses del suroeste del país con la misma enfermedad y deficiencias en la visión.
La investigadora achaca la presencia de esta mutación a la emigración de la posguerra civil española. “La población de la península que emigró a Francia se instaló en gran parte en localidades del sur, como Pau, Toulouse y Burdeos –explica Vargas-Poussou a Sinc–. Las familias que hemos estudiado con la mutación en el gen CLDN19 viven en estas ciudades y son de origen español”.
Las mutaciones genéticas son valiosas pistas para identificar el porqué de algunas dolencias. “No sabemos de qué época es el predecesor de esta enfermedad”, dice Claverie-Martín. Con las técnicas moleculares actuales se podría datar el efecto fundador, pero por ahora es “solo una curiosidad”.
Todos estos avances han impulsado la creación de Hipofam, una asociación para la información y la investigación de la hipomagnesemia familiar que preside Antonio Cabrera. Su hijo Toni padece esta enfermedad, aunque su caso se debe a la mutación europea CLDN16, más común en todo el mundo.
“No recibimos ninguna prestación por los suplementos de magnesio que necesitan nuestros hijos. La regulación actual los considera un complemento nutricional, pero para estos niños es la base de su tratamiento”, cuenta Cabrera que ya está en contacto con la administración pública para conseguir algún tipo de subvención.