Prueban sistemas combinados de algas y bacterias para el tratamiento de purines

Investigadores del Departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad de Valladolid están colaborando con el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyl) en el desarrollo de nuevos procesos para el tratamiento de purines de cerdo con el objetivo de optimizar y reducir el uso de energía y mejorar el propio proceso. El trabajo se centra ahora en probar un ciclo combinado que utiliza algas y bacterias para tratar la parte líquida de estos residuos, un sistema novedoso que evitaría tener que aportar oxígeno al proceso y por tanto ahorrar energía.

Reactor elaborado por los investigadores donde prueban el sistema combinado con algas y bacterias para tratar purines.
Reactor elaborado por los investigadores donde prueban el sistema combinado con algas y bacterias para tratar purines.

Pese a utilizarse como nutriente para el terreno, los purines o excrementos de cerdo representan un "verdadero problema" en la comunidad castellano leonesa debido, por un lado, a que existe un gran volumen de residuos sobrantes, y por otro a que "poseen una gran carga orgánica" además de que "también presentan compuestos de nitrógeno que, si se vierte en el terreno muchas veces, puede acabar en los acuíferos en forma de amonio o nitrato, y ser tóxico", ha precisado el investigador Pedro García Encina, uno de los responsables del proyecto.

Las investigaciones se han centrado, por un lado, en el desarrollo de nuevos procesos de separación de las fracciones sólida y líquida del residuo para, posteriormente, llevar a cabo un tratamiento diferenciado de ambas. Así, se han estudiado distintos compuestos orgánicos coagulantes como poliacrilamidas y distintas dosis. El trabajo se centra ahora en probar el uso combinado de un ciclo de algas y bacterias "para conseguir un tratamiento adecuado de la parte líquida del residuo". A través de este proceso, ha explicado el investigador, las algas absorberían el CO2 y producirían oxígeno y las bacterias utilizarían ese oxígeno para oxidar la materia orgánica y generar de nuevo CO2, que utilizarían de nuevo las algas. "Con este proceso se logra degradar la materia orgánica y no aportar oxígeno", ya que de otra forma "habría que transferir el oxígeno desde la atmósfera y gastaríamos más energía".

Gracias a este proceso, "la materia orgánica se iría transformando en dióxido de carbono que iría consumiendo las algas y, por lo tanto, irían creciendo, al igual que las bacterias" a la vez que tendríamos un residuo líquido resultante libre de materia orgánica que podría ser aprovechado sobre todo para riego, puesto que es rico en nitrato, ha detallado García Encina.

La cantidad de amonio

Este proceso se ha probado únicamente en purín diluido, ya que este tipo de residuos "contienen mucha cantidad de amonio que puede ser tóxico para las algas y para las bacterias". El objetivo ahora es "tratar de optimizar el proceso para poder hacerlo con purín bruto", que posee unas mayores concentraciones de materia orgánica y amonio. Para ello probarán, por un lado, "aclimatar a estos microorganismos" y por otro "introducir un tratamiento previo, por ejemplo, digestión anaerobia (proceso biológico de degradación en ausencia de oxígeno), para reducir el contenido de materia orgánica".

Los ensayos para probar este sistema se están realizando en los laboratorios de la Facultad de Ciencias de Valladolid a través de un reactor experimental diseñado por los investigadores. La novedad del sistema radica sobre todo en este "consorcio" entre algas y bacterias, afirma el investigador, ya que sistemas basados únicamente en el uso de algas ya se están utilizando.

Fuente: YG/DICYT
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