Se dice que la historia la escriben los vencedores. Pero los combatientes, fundamentales en su devenir, rara vez aparecen, sean vencedores o vencidos. Los antropólogos de la UPV/EHU Pío Pérez e Ignazio Aiestaran se han rebelado ante esta injusticia. Han “desenterrado” la memoria de los que lucharon en la guerra de 1936, estudiando diez narraciones autobiográficas. Su trabajo se titula Oroimen iheskorrak: gerra zibileko sufrimenduaren inguruko hausnarketak, euskaraz idatzitako testigantzen ikerketaren bitartez, y lo han redactado gracias a la beca Agustín Zumalabe de Eusko Ikaskuntza.
Los investigadores suelen centrarse en la parte técnica de la guerra más que en el sufrimiento que acarrea a las personas. Pérez y Aiestaran, en cambio, han reivindicado la importancia de los testimonios. Partieron de los versos, tal y como explica Pérez: “Yo estaba estudiando la memoria. Me encontré con los versos de la familia Zapirain de Errenteria, y me pareció curioso que cuando el padre, Joxe Zapirain, se enteró de que habían fusilado a dos de sus hijos, se pusiera a cantar en vez de a llorar. ¿Por qué canta? Para que quede para la posteridad. Testimonios tan trágicos como este sirven para dos cosas: para que otro los lea y para que el autor se desahogue”.
Diez autobiografías
Precisamente dos relatos autobiográficos (Zigorpean y Espetxeko negarrak) escritos por Xalbador Zapirain Ataño, otro de los hijos de Joxe Zapirain, han sido estudiados por Pérez y Aiestaran. Su intención era recopilar todas las autobiografías escritas en euskera sobre la guerra de 1936; han encontrado diez, muchas de ellas publicadas a iniciativa de Antonio Zavala por la editorial Auspoa. Además de los dos relatos de Ataño, Sebastian Salaberria (Neronek tirako nizkin), Agustín Zinkunegi (Bizi naiak lege zorrotzak), Iñaki Alkain (Gerrateko ibilerak), Balendin Enbeita (Bizitzaren joanean), Santiago Onaindia (Oroi-txinpartak), Jose Mari Etxaburu (Neure lau urteko ibillerak), Iñaki Isasmendi (Nire denboraldiko ibilerak) y Fermin Irigarai (Gerla urte, gezur urte) también redactaron sus vivencias en sendos libros en euskera.
Existe una gran diversidad en cuanto a motivaciones entre estos nueve autores. Enbeita y Onaindia, por ejemplo, eran firmes militantes del PNV, y consideraban imprescindible involucrarse en la guerra. La opinión de Zinkunegi era bien distinta. “Se observa que su autobiografía es una huida constante. Llega un momento en el que lo obligan a entrar en guerra, pero incluso cuando está luchando, su gran obsesión sigue siendo cómo huir. Finalmente, consigue escaparse, pero lo capturan los nacionales, y lo obligan a luchar con ellos”, explica Pérez. Asimismo, resulta llamativo el caso de Sebastián Salaberria, ya que es el único que optó por luchar con los nacionales. Además, tenía a su hermano en el bando enemigo, por lo que vivía atemorizado por la idea de encontrarse con el cadáver de su hermano entre los cuerpos que yacían en el campo de batalla y que a él le correspondía examinar. Precisamente, Salaberria perdió una pierna, y cuando su hermano lo visitó en el hospital, le dijo que igual fue él mismo quien lo había herido. De ahí el título del libro (Neronek tirako nizkin; habré disparado yo mismo).
Pesimismo
Estos dos investigadores también han encontrado grandes similitudes entre estos relatos. Por ejemplo, en cuanto a la cronología: “En todos ellos aparece cómo entran los fascistas y cómo hace el trayecto el batallón vasco. Coincide con los hechos históricos”.
También coinciden en cuanto al pesimismo: “El haber sido vencidos les cala hasta los huesos. Algunos episodios son realmente tristes, sobre todo cuando ven que llega el final de la guerra, ya que se sienten vendidos”. Ni siquiera Salaberria se consideraba un vencedor. “Ganaron, pero él no sentía esa guerra como suya. Él perdió una pierna, y eso es algo que le marcó para toda la vida. Además, algunos vencedores se lucraron, pero él no. Le dieron trabajo en el ayuntamiento, pero no obtuvo nada más”, explica Pérez.
Una coherencia repleta de incoherencias
Desde un punto de vista antropológico, esta investigación presenta cuestiones que podrían ser fuente de debate. Por ejemplo, la esquiva relación entre las autobiografías y la coherencia. Pérez explica que, en las autobiografías, sus autores “tratan de dar coherencia a una vida repleta de incoherencias”; es decir, intentan dar cierta lógica a la narración, e integrar todos los hechos, sentimientos y demás dentro de esta lógica. “Y aceptamos la producción que proviene de esta combinación como algo veraz y objetivo”. En referencia a esto, también podría ser objeto de debate la relación entre los testimonios novelados y la realidad. Sin embargo, Pérez aclara que el objetivo de este estudio no es recopilar datos históricos, sino ver la guerra con los ojos del testigo.
Pérez y Aiestaran tienen previsto presentar la primera memoria en junio, pero pretenden continuar con esta temática después de entregarla. Cómo se muestra el sufrimiento, la importancia de los testimonios, cómo veían los vascos la guerra cuando sucedió y a posteriori… Ahora reflexionan también sobre otro asunto: “Estamos percibiendo otra perspectiva de la guerra civil. Aquí no se observa que fuera una lucha contra el fascismo. En todos los testimonios se percibe pesimismo en cuanto a la lucha, en cuanto a la República Española… Ahí hay algo más, y puede que nos centremos en eso ahora”.