“Quemar para investigar” bien podría resumir el método de trabajo en el túnel de ensayos que tiene la Fundación Barredo en el concejo asturiano de Siero. No se trata de mera piromanía: tras el incendio, los investigadores cosechan los datos y extraen su aplicación para aumentar la seguridad frente al fuego en todo tipo de construcciones subterráneas. En total, disponen de 600 metros de túnel.
La necesidad de abordar esta vía de investigación es clara: “Muchas ciudades ven copada su superficie, y cada vez se construye más hacia abajo: más pasos subterráneos, más parkings, más sótanos... pero sobre todo, cada vez hay más túneles, y eso significa que aumenta la posibilidad de que se produzcan distintos tipos de fuegos en esos entornos”, explica José Benito Solar, director de la Fundación Barredo.
Junto al túnel de Siero, en Europa sólo hay otras dos infraestructuras a escala real para la investigación en este ámbito: una en Suiza y otra en Noruega, cada una con sus características diferenciadas. En San Pedro de Anes, en Siero, los investigadores ponen a disposición de las llamas 600 metros de túnel real adaptable a un amplio rango de situaciones variables, y con un sistema de grabación de imágenes y recogida de datos capaz de analizar las temperaturas y la concentración de gases.
La chispa que ha dado origen al túnel de ensayos ha sido la inversión de unos 12 millones de euros a través de un proyecto en el que han participado el Gobierno del Principado, la Universidad de Oviedo y los ayuntamientos de Siero y Mieres. Desde entonces, “después de dos años en activo, y en pleno proceso de consolidación como infraestructura de investigación de ámbito nacional y europeo, el túnel ha sufrido más de un centenar de incendios de manos de empresas y organismos de investigación finlandeses, alemanes y españoles, entre otros”, precisa Solar.
Uno de los retos que afronta la investigación en este campo es la creciente complejidad de los sistemas de ventilación, vitales para evitar la principal causa de mortalidad en incendios subterráneos: las elevadas concentraciones de gases tóxicos, resultado de la combustión.
Junto al ámbito de la ventilación, el ensayo de materiales es una de las principales líneas de investigación que se llevan a cabo en el túnel. Se trata de analizar la respuesta sobre el terreno de materiales resistentes al fuego: hormigones especiales, aleaciones metálicas, recubrimientos, y equipamiento en general, como ventiladores. Todo ello con el objetivo de que, en caso de fuego, la estructura subterránea que se está testando pueda funcionar al máximo de sus capacidades.
Otra vía de investigación consiste en determinar la potencia que puede alcanzar un posible incendio en una estructura determinada, y para ello es necesario hacer ensayos que permitan definir con exactitud la energía que desprenderían los materiales presentes en dicha estructura en contacto con el fuego. En ello trabaja la Fundación Barredo, con el objetivo de elaborar una caracterización de las potencias de fuego. “Una vez que se hayan recabado datos suficientes, este trabajo permitirá elaborar una serie de recomendaciones para crear una normativa aplicable a los ensayos de seguridad en este sector”, adelanta Solar.
Camaleón subterráneo
“Los ensayos son un concepto fácil de entender, pero difícil de llevar a la práctica. La clave está en adaptar la infraestructura en la que se hace el ensayo a las características del túnel que se esté estudiando”, puntualiza Solar. Y, precisamente, lograr la mayor adaptabilidad posible ha sido uno de los principales objetivos en la construcción de este sufrido camaleón subterráneo.
Como si de un enorme mecano se tratase, un sistema de planchas de hormigón móviles que se colocan bajo el techo permiten cambiar las dimensiones y la estructura interna del túnel, que puede pasar de tener el techo abovedado a tenerlo plano. Gracias a este mecanismo, la galería puede reproducir un sistema de ventilación longitudinal, semitransversal o una combinación de ambas. Y es que el fuego actuará de forma diferente si el aire se distribuye a lo largo del túnel, (es el caso de los túneles abovedados, en los que grandes ventiladores cilíndricos cuelgan del techo) o si circula de manera semitransversal (como en los túneles de techo plano similares a El Negrón).
Otro de los elementos que complementa al túnel es la galería de evacuación, que simula la infraestructura de seguridad obligatoria por ley y que se utiliza en las actividades de formación que cobija el túnel. “Han venido equipos de toda España y de Europa a recrear situaciones de fuego y evacuación”, explica Solar. Se trata de efectivos de bomberos, protección civil y brigadas especiales de empresas.
Además de trasladarse a casos reales, como ha sido el de los túneles de la M-30 de Madrid, los resultados de las investigaciones que alberga el túnel de Siero también sirven para validar representaciones de la realidad: programas informáticos como Fluent que simulan incendios en estructuras subterráneas y que beben de infraestructuras como ésta. Porque para los estudios de seguridad de túneles y en plena era informática, no hay nada más cercano a la realidad que reproducirla en todas sus características para prenderle fuego.