El 30 de marzo de 2010 la comunidad científica consiguió realizar colisiones de partículas subatómicas a energías jamás antes alcanzadas. El acontecimiento abre las puertas a nuevos descubrimientos de la física y puede revolucionar nuestra forma de entender la materia y el Universo. Las colisiones se produjeron en el Gran Colisionador de Hadrones del CERN, cerca de Ginebra (Suiza), y SINC estuvo allí para contarlo.
Son las siete de la mañana. Amanece en el CERN, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, hoy más conocida como Laboratorio Europeo de Física de Partículas. A algunos físicos no les gusta esta tendencia de quitar lo “nuclear” del nombre de su institución.
El taxi me ha traído desde Ginebra, a unos nueve kilómetros de aquí, y tras rodear las obras de la carretera de acceso me deja en el centro de recepción. Un pequeño grupo de periodistas confirmamos la acreditación para asistir al evento de hoy: “LHC First Physics”. Se trata de las primeras colisiones a una energía de 7 teraelectronvoltios (TeV) dentro del LHC, el Gran Colisionador de Hadrones. Nunca se ha alcanzado ese rango de energía.
Un autocar nos desplaza desde la recepción hasta el centro de prensa, que a estas horas está casi vacío. Ocho grandes mesas de madera, con sus correspondientes bancos y conexiones a internet, están listos para que sus ocupantes trasmitan la noticia de la jornada.
Desde el centro de prensa nos distribuyen a las salas de control de los cuatro experimentos principales del LHC: ATLAS, CMS, ALICE y LHCb. Estoy asignado a CMS, así que monto en el autocar que hacia allí se dirige.
Apenas hemos recorrido unos pocos cientos de metros cuando el autocar se detiene. Algunos bajan, y el resto hacemos lo mismo cuando el conductor repite que ya estamos en el centro de control de CMS. Desde fuera parecía la puerta de atrás de la nave de un polígono industrial. Nos encontramos a unos diez kilómetros del "punto 5", donde realmente se encuentra el detector CMS y otro centro de recogida de datos.
Tras atravesar una sala casi vacía, nos topamos de lleno con la sala de control. Esto ya es otra cosa: decenas de científicos y técnicos se preparan frente a sus ordenadores para el gran acontecimiento. Una pequeña barrera separa al personal del centro de los periodistas, que nos concentramos junto a las grandes pantallas de televisión. Éstas están conectadas en directo con la sala de control del CERN -a la que no tenemos acceso- y a las de los otros experimentos.
Una pequeña incidencia técnica
Sobre las nueve estaban previstas las primeras colisiones, pero Joe Incandela, “deputy spokesperson” del CMS, comunica a todos que ha surgido una incidencia y el evento de posibles colisiones se retrasará alrededor de tres o cuatro horas.
“Comentan que podría ser un quench, un calentamiento del helio que enfría los imanes y que requiere una intervención para volver a la intensidad adecuada”, me explica Juan Alcaraz, investigador del CIEMAT en CMS, que junto a Teresa Rodrigo, científica de la Universidad de Cantabria y del IFCA, actúan de profesores de física ante los medios. “Esta u otras incidencias pasarán continuamente”, apunta Teresa.
En cualquier caso la pequeña avería nada tiene que ver con el grave accidente que sufrió el LHC pocos días después de su inauguración en septiembre de 2008, y que le mantuvo parado más de un año.
Nos avisan que va a hablar por videoconferencia el director del CERN, Rolf Heuer, que está de viaje por Japón. Nadie parece saber a qué ha ido. “Estoy físicamente en Japón, pero mi mente está en Ginebra, y estoy más nervioso aquí que si estuviera allí”, confiesa el director general, al que acompaña Sergio Bertolucci, el director científico del centro.
Mientras se soluciona la incidencia charlo con Juan y Teresa en la pequeña cafetería que hay junto a la sala de control. Además me tienen que invitar porque no he cambiado los euros por francos suizos.
Los dos expertos explican que, aunque a menudo hablamos de haces, en realidad lo que se inyecta son “paquetes” (bunches) de millones de protones, ya que no van en un haz continuo. Estos paquetes toman velocidad primero desde los aceleradores PS y SPS antes de entrar en el anillo de 27 kilometros del LHC, enterrado a 100 metros bajo tierra. Allí, a velocidades muy próximas a la de luz, alcanzan la energía de 3,5 TeV, y cuando hoy colisionen dos “haces”, uno en cada sentido, sumarán los 7 TeV.
Se acerca el momento
La explicación se interrumpe poco antes de la una. Al final el incidente se debió a un fallo eléctrico menor y nos avisan de que se acerca el momento de las colisiones. Las camaras de televisión y los objetivos fotográficos se dirigen al grupo de investigadores que no quitan ojo de los monitores. Se produce un cierto silencio. Nadie sabe si esto durará unos minutos, unas horas… o no sucederá.
Pero de pronto los científicos empiezan a gritar y aplaudir y todo el mundo salta de alegría. Las líneas amarillas que aparecen en los gráficos de las pantallas confirman la trayectoria de las partículas tras las colisiones a 7 TeV. Por fin ha sucedido y todo ha ido bien. Así lo confirman también las escenas de alegría que llegan por televisión desde los centros de control de los detectores ATLAS, ALICE y LHCb.
Desde ATLAS otra Teresa, Teresa Fonseca -investigadora con la que ya contacté para hablar sobre la antimateria y la película “Ángeles y Demonios”- me trasmite por mail su satisfacción: “Técnicamente es un gran logro. El LHC es una maquina muy compleja y tiene mucho merito el trabajo de los físicos e ingenieros que lo están haciendo funcionar. Con esta energía es como si tuviéramos una lupa más grande que la que nadie ha tenido antes para mirar los componentes mas pequeños de la materia”.
Alguien entra en la sala de control al que se dirigen todas las miradas. Es el portavoz de CMS, Guido Tonelli, que felicita y agradece el esfuerzo de todo el equipo, "al de aquí, al del 'punto 5' y al repartido por centros de investigación de todo el mundo". "Cerramos la etapa de diseño, construcción y puesta a punto, y entramos en la fase de la física, de los resultados y, esperemos que pronto, de los descubrimientos". Se descorchan las botellas de champán, y científicos y periodistas brindan por el futuro prometedor del proyecto.
Teresa Rodrigo no oculta su emoción “después de tanto tiempo esperando este momento”, y a pesar de que tiene su corazón dividido entre el LHC y su gran competidor, el Tevatrón de EEUU, donde también trabaja. “El LHC ya alcanza una energía a la que no puede acceder el Tevatrón, pero allí llevan 20 años recogiendo datos”, comenta la investigadora.
Se abre el camino hacia lo desconocido
“En realidad lo de hoy es un poco anecdótico”, desmitifica Juan, quien confía en que la maquina funcione como esperan y puedan coleccionar pronto el número de colisiones que necesitan para sus investigaciones, “porque lo que realmente es excitante es el amplio abanico de posibilidades que abre este nuevo intervalo de energía para buscar nueva física”.
Me despido de Juan, de Teresa y del resto del equipo del CMS cuando nos convocan al “press briefing” o sesión informativa, que en breve se va a celebrar en la sala de prensa principal. Allí los responsables de cada uno de los experimentos manifiestan su satisfacción por el éxito de las primeras colisiones, y el director Rolf Heuer hace lo propio por videoconferencia. Se atiende a las cuestiones de los periodistas -unos cien acreditados- y todo queda resumido en la nota de prensa oficial.
Al finalizar la sesión informativa el envío de noticias por internet y móvil es incesante, y las televisiones no pierden tiempo para conectar con sus sedes o salir rápido hacia la redacción con las grabaciones.
En la sala de prensa también se ha colado algún científico, además de los ponentes. Es el caso de Sergei, que me informa que es investigador ruso en CMS, y que al comprobar que soy español no duda en poner en práctica su castellano. Sergei trasmite su pasión por los nuevos descubrimientos que se podrán realizar a partir ahora, como el de la materia oscura, su especialidad. Elevando los brazos hacia arriba se imagina encontrar esa sustancia todavía no detectada pero que constituye una cuarta parte del Universo.
Los organizadores del evento LHC First Physics , que han realizado una labor estupenda, nos obsequian con una caja de sándwich. Todo un detalle tras la intensa jornada. Algunos participantes se dirigen a visitar el Centro de Computación del CERN, pero otros nos quedamos para acabar de redactar y enviar la noticia.
La sala de prensa se queda vacía. James Gillies, el jefe de comunicación, y todo su equipo se muestran satisfechos. Fuera, la tarde lluviosa ha dado una pequeña tregua. Son cerca de las siete de la tarde, y junto a un compañero de La Vanguardia tomo el autobús que enlaza con el tranvía que va hacia Ginebra.
Atrás queda el CERN. Y debajo un gigantesco anillo en el que a partir de ahora seguirán produciéndose colisiones de partículas a las más altas energías. Cualquier día los científicos nos sorprenderán con ese descubrimiento que ayudará a comprender mejor los secretos de la materia, o que cambiará para siempre nuestra forma de ver el Universo.