En el entorno del cementerio de San Isidro, en Madrid, se han encontrado restos de mastodontes, rinocerontes, mamuts, uros, caballos y grandes felinos, además de herramientas líticas humanas. El descubrimiento lo realizaron en el siglo XIX algunos de los pioneros de la Geología en España, a los que este año se ha rendido homenaje en una de las actividades del Geolodía.
Al llegar a la ermita de San Isidro nos encontramos un monumento conmemorativo del yacimiento paleontológico que hubo en este entorno, desde donde Goya también pintó una famosa estampa de la pradera y de Madrid.
Es el lugar que han elegido Miembros de la Sociedad Geológica de España (SGE) para contarnos a un grupo de periodistas la historia de este yacimiento en el contexto del Geolodía, el mayor evento de divulgación de las Ciencias de la Tierra en España.
“Estamos en el sitio más importante para la historia de la Geología en España, y uno de los lugares más significativos del mundo para el desarrollo de conceptos tan normales ahora como el de evolución”, destaca Miguel Gómez Heras, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), “ya que antes de que Darwin escribiera sobre el origen de las especies y el hombre, aquí se encontró la coexistencia de faunas antiguas e industrias líticas”.
En el yacimiento paleontológico de San Isidro se encontró la coexistencia de faunas antiguas e industria lítica de humanos primitivos
La historia es larga de contar y Raquel Martín Banda, investigadora del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC), comienza desde el principio mostrando mapas y esquemas geológicos: “Hace unos 14 millones de años, durante el Mioceno, aquí había una cuenca endorreica (sin salida al mar) donde se fueron depositando materiales, más calizos cuando el clima era semiárido, y más yesíferos cuando era muy árido. En zonas pantanosas, incluso se llegaron a silicificar y dieron lugar al sílex (que utilizarían luego nuestros antepasados)”.
“Después –prosigue–, durante el Cuaternario, en el Pleistoceno (desde hace unos 2 millones de años), aquella cuenca cerrada se abre al ser capturada por el rio Tajo, con sus afluentes. Los ríos forman terrazas fluviales al expandirse o encajarse, respectivamente, cuando sube o baja el nivel del mar (en épocas interglaciares y glaciares). Ahora estamos en una de las terrazas fluviales del río Manzanares”.
Miembros de la Sociedad Geológica de España (SGE) en el monumento del Yacimiento Paleontológico de San Isidro para explicar su importancia. La escultura metálica 'Ventana a Madrid' también se encuentra en este mirador. / SINC
La paleontóloga Blanca Martínez García, también del IGME, nos cuenta los “bichos” que habitaron durante esas épocas y cuyos fósiles se encontraron en el yacimiento de San Isidro: “El paisaje del Mioceno recuerda al actual de la sabana africana, aunque con otras especies, como un mastodonde primitivo (Gomphotherium o Mastodon angustidens, un antepasado de los elefantes), el rinoceronte de un solo cuerno (Hispanotherium matritensis), un pequeño caballo (Anchitherium ezquerrae), una tortuga terrestre gigante (Cheirogaster bolivari) con más de un metro de diámetro, un antecesor del oso panda (Magerictis imperialensis), así como especies primitivas de jirafas, ciervos, felinos y jabalís.
Mucho más tarde, hace entre 400.000 y 200.000 años, durante el Pleistoceno medio, en la zona encontramos praderas con riachuelos, donde aparecen elefantes primitivos (Palaeoloxodon antiquus, descubierto aquí por primera vez para la ciencia), el rinoceronte de la pradera (Dicerorhinus hemitoechus), uros (Bos primigenius), caballos, ciervos, lobos y ya aparecen homínidos en el territorio.
“En las épocas glaciares del Pleistoceno superior, hace entre 120.000 y 80.000 años, el paisaje ya nos recuerda a la tundra ártica”, señala la paleontóloga, “con mamuts lanudos (Mammuthus primigenius), rinocerontes también lanudos (Coelodonta antiquitatis), leones, caballos y cérvidos conviviendo en las frías tierras”.
Ilustración de un paisaje y fauna del Pleistoceno superior (hace 80.000-120.000 años). / Mauricio Antón
Otro de sus compañeros del IGME, Ángel Salazar Rincón, experto en patrimonio geológico, explica quiénes fueron los primeros descubridores de aquella fauna: “Hacia 1840, el ingeniero de minas Joaquín Ezquerra del Bayo viene a una pequeña cantera o tejar que había aquí en San Isidro y recupera los fósiles del Mioceno en la base de la terraza fluvial. Se los envía a expertos alemanes que los clasifican e identifican una nueva especie de caballito que bautizan en su honor (Anchitherium ezquerrae), pero nunca devolvieron el material. Hoy están en un museo de la Universidad de Harvard (EE UU)”.
Por aquella época, a mediados del siglo XIX, el estado gobernado por la reina Isabel II, decide crear la Comisión del Mapa Geológico de España, de la que forma parte el médico y naturalista Mariano de la Paz Graells y otro ingeniero de minas, Casiano de Prado. En aquella obra se recogen los estratos del yacimiento de San Isidro con los restos de elefantes raros que se habían encontrado.
Capas descritas del yacimiento de San Isidro por la Comisión del Mapa Geológico de España. / Graells 1897
Y no solo eso, aquellos científicos también identificaron unas rocas de sílex extrañas. Los geólogos franceses Eduard de Verneuil y Louis Lartet vienen a examinarlas y llegan a la conclusión de que fueron talladas por el hombre primitivo, que convivió con animales que ya no existen, una idea revolucionaria para la época.
Algunas de esas piezas de sílex se conservan en el Musée d'Archéologie nationale et domaine national (Saint-Germain-en-Laye, Francia), aunque también existen importantes colecciones en el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de San Isidro de Madrid, donde custodian un molar encontrado en este yacimiento que podría corresponder a un neandertal o un Homo heidelbergensis.
A estos dos grupos humanos, junto a Homo ergaster, es a los que se asocia la industria lítica encontrada en el yacimiento de San Isidro, considerada Achelense, del Paleolítico inferior y por lo tanto del Pleistoceno medio.
Casiano de Prado describió estos artefactos de hombres antiguos y los restos de animales extintos en su Reseña física y geológica de la Provincia de Madrid (1864), “una de las obras maestras de la literatura científica española del siglo XIX y un pilar fundamental de los inicios de la geología en nuestro país”, destaca Salazar.
Durante la visita del Geolodía visitamos la tumba de aquel ingeniero de minas decimonónico en el propio cementerio de San Isidro, lugar de descanso de la nobleza madrileña del siglo XIX y de muchos españoles célebres, como políticos, artistas y científicos. Con motivo del Geolodía nos acercamos a la tumba de otros dos geólogos ilustres: Federico de Botella y Hornos, y José Macpherson y Hemas.
Nicho de Casiano de Prado en el cementerio de San Isidro, con una ilustración colocada durante la visita. Durante su juventud fue detenido por la Inquisición española por, entre otras acusaciones, leer libros de Voltaire. / SINC
Estando en el cementerio y ermita de San Isidro, no dejamos de visitar su famosa fuente que, cuenta la leyenda, hizo brotar el santo milagrosamente al clavar su aguijada en el suelo. El lugar no es casual, “ya que se sitúa en una cuota de 600 m por encima del nivel de mar, justo en la interfase entre las terrazas del cuaternario, con material más suelto y permeable por donde percola el agua, y los materiales del Mioceno, con una mezcla de arenas y arcillas poco permeables por donde no puede pasar”, explica Miguel Gómez.
“El agua del grifo de Madrid es muy blanda, con pocas sales disueltas, porque viene de los granitos del Sistema Central, rocas silíceas que no dejan muchos minerales –comenta–, sin embargo, esta de la fuente es un poco más dura, ya que ha pasado por las terrazas del cuaternario con material sedimentario suelto, donde hay carbonatos que se disuelven”.
Se trata de un ejemplo más de cómo la geología está en todo lo que nos rodea, comenta el profesor, quien acaba recordando a Juan Vilanova y Peira, el primer catedrático de Geología de España (en 1852, en la Universidad Central de Madrid, hoy Complutense): “Una vez muere Casiano de Prado, él se hace cargo del yacimiento de San Isidro, a donde todos los años organizaba una visita, así que podemos considerarle el padre espiritual de nuestro Geolodía”. Hoy actividades parecidas se organizan en todas las provincias españolas y en otros países.
Explicaciones geológicas en la fuente de San Isidro. / SINC
Este año se celebra el 6 y 7 de mayo el gran evento anual de divulgación geológica: el Geolodía, organizado por la Sociedad Geológica de España (SGE) con el apoyo de numerosas entidades, como el CSIC. La cita ofrece recorridos geológicos gratuitos y abiertos a todos los públicos en las 50 provincias españolas, además de diversas actividades virtuales: video-rutas geológicas, geocharlas y hasta un videojuego.
Quienes asistan a las excursiones presenciales podrán descubrir la estrecha relación entre geología y vida cotidiana a través de originales y sorprendentes propuestas, como descubrir que la sal fluye bajo nuestros pies en Córdoba, las formas mágicas que deja la dinámica litoral en El Hierro o las lágrimas de plata del Imperio Español en Ciudad Real.
Otras de estas citas invitan al público a colaborar en la vigilancia de desprendimientos de ladera en Gran Canaria, a comprender la importancia de las rocas del entorno en la arquitectura tradicional de Zamora o a descubrir que la geología no tiene fronteras cruzando desde esta provincia hasta Bragança, en Portugal.
“Muchas veces la sociedad no percibe la importancia de la geología y lo que aporta: explotación de recursos, estudio de riesgos geológicos, obra civil, construcción urbana... nos afecta a nuestra vida cotidiana”, apunta el presidente de la SGE, Juan Antonio Morales, de la Universidad de Huelva.
Por su parte, la vicepresidenta, Ana Ruiz Constán, del IGME, recuerda que el Geolodía surgió en Teruel en 2005 y rápidamente se fueron sumando otras provincias. “Esta iniciativa ahora reúne a más de 10.000 personas cada año en el campo para, en contacto directo con los científicos, saber interpretar el paisaje y valorar el patrimonio geológico”.