Expertos españoles y europeos en lingüística y poética cognitiva se reunieron en Córdoba sin saber muy bien qué se iban a encontrar allí. La disparidad de disciplinas que conforman estas ciencias y su novedad en términos institucionales o académicos formaban piezas de un puzzle que estos expertos, pese a todo, se aprestaron encantados a encajar.
La ciencia cognitiva comienza a despertar en nuestro país gracias a la colaboración interdisciplinar entre investigadores. El desmoronamiento de la anquilosada frontera divisoria entre Ciencias y Humanidades ha resultado crucial para aunar a investigadores de una y otra parte, tan distanciados y ansiosos de la otra parte como berlineses antes de la caída del muro.
Los primeros pasos de una disciplina teórica hasta su asentamiento son siempre inciertos, más si cabe cuando los académicos que deben teorizar se encuentran separados. No sólo por países, sino también por áreas de conocimiento.
Ésta es una de esas historias. Si esto tratase del amor y no de ciencia cognitiva, la cama de este relato sería el Congreso Internacional de Lingüística y Poética Cognitiva que se celebró en Córdoba los pasados 25 y 26 de febrero.
Pero el primero de estos flechazos por lo cognitivo ocurrió muchos años antes: en 1983, el lingüista francés Maurice Toussaint publicó Contre l´arbitraire du signe (Contra la arbitrariedad del signo), un golpe en la mesa de los preceptos saussureanos que un joven estudiante llamado Didier Bottineau leyó “por casualidad, en una biblioteca”. “Fue una revelación”, dice Bottineau, que hoy es investigador en la Universidad París 10 de Nanterre y uno de los conferenciantes en Córdoba, junto a su maestro Toussaint.
Después de una conferencia magistral de Toussaint, en la Facultad de Filosofía de Córdoba, responsables de la universidad volvieron a traer al francés, pero esta vez acompañado de más expertos en ciencia cognitiva que reconocen el valor de su trabajo. Por ejemplo, Mª Dolores Porto, profesora en la Universidad de Alcalá de Henares, también reconoce el mérito del francés: “El profesor Touissant es un precursor, puesto que sus propuestas sobre la motivación del signo comenzaron cuando tal planteamiento era impensable. Seguro que se siente muy satisfecho de ver cómo las investigaciones más recientes en lingüística tienen mucho que ver con su trabajo”.
María Luisa Calero y María Ángeles Hermosilla, catedráticas en la UCO de Lingüística General y Teoría de la Literatura son las directoras de este evento. “Lo que pretendíamos es que los expertos se encontraran y ver qué salía de este experimento”, sugiere Calero, al tiempo que reconoce que tan sólo en Madrid se han hecho cosas parecidas.
Un nuevo paradigma
Pero el congreso no fue ni mucho menos un ejercicio hagiográfico hacia Toussaint o Ángel López (profesor de la Universidad de Valencia y precursor español de la lingüística cognitiva en los años ‘80), que tras su intervención generaron un encendido debate entre lingüistas, teóricos de la literatura y psicólogos como Mercedes Belinchón. La profesora de la Universidad Autónoma de Madrid llegó a Córdoba invitada por el comité organizador: “Conocían mi trayectoria profesional en el ámbito de la Psicología Cognitiva del Lenguaje y mi afición por la literatura. Supongo que pensaron que disfrutaría pensando sobre la conexión entre los dos ámbitos, y, desde luego, acertaron”.
La primera fase de contacto entre los diversos expertos en cognición fue acogida con escepticismo. De acuerdo con Bottineau: “había una tentativa interesante de juntar a investigadores con objetivos muy diversos y maneras de hablar de su trabajo casi incompatibles, y ver lo que se podía destacar”. Mercedes Belinchón le dijo a Bottineau que antes de su ponencia no tenía ni idea de lo que iba a decir con un título tan esotérico. La intervención del francés se titulaba “La lengua es un sistema de citas” que “presupone el idealismo”: J. L. Borges, ¿precursor de las lingüísticas cognitivas contemporáneas?
Los participantes se enfrascaron en largas conversaciones, reconoce Porto a posteriori: “Nos llamó la atención ver cómo desde distintos campos y aproximaciones (Lingüística, Teoría de la Literatura, o Psicología) estábamos llegando a conclusiones muy semejantes”.
Para Belinchón, “tanto Didier (Bottineau) como Maurice (Toussaint) causaron una impresión excelente profesional y personal; intercambiar opiniones de un modo tan franco ha sido muy estimulante”.
Mª Dolores Porto, a modo de amable introducción, explica que “en la Poética Cognitiva y en la Lingüística Cognitiva no sólo interesan los procesos de interpretación de un texto, sino también los procesos de selección de unos determinados recursos y no otros en la producción del texto, por qué uno es escogido de entre todas las posibilidades que nos ofrece una lengua. Esta selección es lo que guía la interpretación del oyente o lector hacia la construcción del significado del texto”.
La ciencia cognitiva en Europa
Un tema de conversación recurrente en cualquier congreso internacional donde se reúnan voces internacionales para hablar de una nueva disciplina es siempre “¿Y en cómo están estas cosas en tu país?”.
Ángel López, precursor de la lingüística cognitiva española, no se anduvo por las ramas al analizar su estado actual: “Lo que pasa en España con las humanidades es una tragedia, porque habíamos alcanzado un nivel, y ahora ya no se puede tener una continuidad”.
La generación siguiente, sin embargo, observa las cosas con un poco más de optimismo. “No puedo hablar del ‘nivel de las ciencias cognitivas’ como tal en España, porque lo que yo conozco mejor son la Lingüística y la Poética. En estas dos áreas creo que no tenemos nada que envidiar a otros países europeos”, dice Mª Dolores Porto.
La Asociación Española de Lingüística Cognitiva (AELCO) edita una revista, Annual Review of Cognitive Linguistics, que está empezando a ganar relevancia internacional al ser publicada bajo la prestigiosa editorial John Benjamins. La AFLICO, su equivalente francés, tuvo una creación más reciente, y, para Bottineau, cuenta con más problemas de desarrollo ya que en Francia los lingüistas cognitivistas “no son más que un puñado”.
Sin embargo, el francés ensalza un determinado modelo: “En Suecia existe una tentativa interesante en este sentido, la SALC (Swedish Association for Language and Cognition), que de manera muy inspirada ha optado por la combinación ‘lenguaje y cognición’ más que ‘lingüística cognitiva’, implicando que ni los lingüistas son propietarios del lenguaje, ni los cognitivistas lo son de la cognición. Así, el coloquio de la SALC es una oportunidad para encuentros entre cognitivismo, enacción, cognición distribuida, internalismo y externalismo, en buenas condiciones, o al menos, mejores que en Francia”.
La psicóloga cognitiva Mercedes Belinchón considera que en España hay cada vez más grupos de investigadores haciendo buena ciencia cognitiva”.
Orígenes y retos de la lingüística cognitiva
La lingüística cognitiva nació de forma oficial antes de la publicación del libro de Toussaint. En 1980, George Lakoff, discípulo de Chomsky y hoy profesor de lingüística cognitiva en Berkeley (EE UU), publica junto a Mark Johnson Metaphors we live by, obra considerada como la piedra fundacional de estos estudios. La poética cognitiva por su parte aplica estos estudios, junto con los de la psicología cognitiva, a la interpretación de textos.
En España existe un doctorado en poética cognitiva que se imparte en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Marta Silvera y Adán Martín, dos jóvenes licenciados en Filología Inglesa doctorándose en esta especialidad se acercaron hasta el congreso cordobés. Para Martín, el modelo cognitivo “es actual e interdisciplinar”, y está priorizado como área urgente de investigación por la European Science Foundation. Cree que en España la ciencia cognitiva tiene el futuro garantizado, aunque “es necesaria la creación de grupos sólidos de investigación”. Marta Silvera, sin embargo, es algo más escéptica: “Las ciencias cognitivas deben tender puentes para poder desarrollarse, y pese a congresos como éste, no podemos comparar aún Europa con Estados Unidos”, dice.
Para Silvera, el mayor reto por resolver para las ciencias cognitivas en España es “la carencia de interdisciplinariedad, ya que los diferentes departamentos de una facultad no tienen costumbre de colaborar unos con otros, y el asunto es más complicado aun si hablamos de la interacción de facultades enteras con otras”, una opinión que también apoya Belinchón. “Si un investigador o investigadora intenta desarrollar hoy día en nuestro país un proyecto de temática y metodología transversal con investigadores de otras áreas de conocimiento a la suya, la probabilidad de que se sientan penalizados por el sistema y de que acaben por renunciar, al proyecto o al sistema, es alta”, concluye la catedrática de la UAM.
Estas nuevas disciplinas tratan de este modo de abrir caminos para lograr llevar la luz de la ciencia hasta el último espacio inhabitado dentro de nuestro cuerpo: el funcionamiento del cerebro. Las barreras que previenen hoy el paso de estos caminos no son, como en el siglo XIX, físicas u orgánicas, sino burocráticas.