Científicos de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC han analizado 41 productos comerciales que incluyen gambas o langostinos, y los resultados revelan que el 24,4% de las etiquetas indican erróneamente el nombre de la especie, y en un 39% la información es incompleta. Los investigadores han patentado un método molecular que permite distinguir las especies de este tipo de mariscos por su ADN mitocondrial.
El investigador responsable del proyecto, Jorge Barros, catedrático del Laboratorio de Higiene, Inspección y Control de Alimentos (LHICA) de la USC, explica a SINC que la diferenciación morfológica de estos crustáceos “no es fácil, y es prácticamente imposible en producto pelado, lo que dificulta a los industriales y los consumidores tener garantía de que el etiquetado es correcto”. De hecho, algunas empresas recurren frecuentemente a un etiquetado "genérico", llamando simplemente “langostinos” o “gambas”, sin especificar la especie comercializada, “probablemente por no disponer de métodos fiables de identificación de las especies comercializadas”.
Sin embargo cada especie tiene unas propiedades organolépticas propias, lo que determina también su precio y valor comercial, explica Barros. “En Japón incluso se pagan 100 dólares por el kilo de algunos tipos de langostinos”, añade, “por lo que disponer de una metodología que permita distinguir bien las especies puede ser de gran utilidad tanto para el sector industrial como para la propia Administración”.
Para realizar el estudio se analizaron productos comerciales que incluían langostinos o gambas como ingredientes y otros productos precocinados, y para contrastar los resultados se tomó como referencia una colección de especies de referencia confeccionada con la colaboración del investigador Julio Maroto, del Centro Tecnológico del Mar (CETMAR) de Vigo, y de biólogos marinos del CSIC.
Un nuevo método molecular para distinguir langostinos
El método de autentificación desarrollado por los científicos gallegos, que ya lo han patentado y publicado en la revista Electrophoresis, permite diferenciar más de 20 especies de langostinos mediante el análisis del ADN mitocondrial. Para distinguirlos, se analiza la secuencia del gen 16S (que codifica el ARN ribosómico largo mitocondrial) y del gen que codifica el ARN de transferencia del aminoácido valina, aunque los científicos ya han comenzado a estudiar la importancia de otros marcadores, como el citocromo b y la citocromo-oxidasa mitocondriales.
Los resultados obtenidos confirman que en España se comercializa una gran variedad de especies de langostinos, tanto enteros como procesados bajo el formato de “ingredientes de platos precocinados”. Además, esta metodología permite estudiar el grado de parentesco o relaciones filogenéticas entre este tipo de crustáceos.
Los investigadores también han desarrollado una técnica específica para distinguir las dos especies de mayor relevancia comercial: el langostino tigre (Penaeus monodon) y el langostino blanco (Litopenaeus vannamei). Ambas especies, procedentes de granjas de acuicultura de países de Centroamérica o del Sureste Asiático, representan cerca del 80% del volumen total de los langostinos de cultivo que se comercializan a nivel internacional.
Por su parte, los investigadores del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, dirigidos por el científico José Manuel Gallardo, además de avanzar en la definición de marcadores para diferenciar especies, también están estudiando ciertas proteínas alergénicas de los langostinos, como la tropomiosina, con el fin de diseñar métodos inmunológicos que permitan su detección e identificación en los alimentos.
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Referencia bibliográfica:
Ananías Pascoal, Jorge Barros Velázquez, Alberto Cepeda, José Manuel Gallardo, Pilar Calo Mata. “Survey of the authenticity of prawn and shrimp species in commercial food products by PCR-RFLP analysis of a 16S rRNA/tRNAVal mitochondrial region”. Food Chemistry 109 (2008): 638–646