Un estudio analiza la relación entre los apellidos y el estatus social

Científicos de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) han demostrado que las personas con apellidos poco frecuentes tienden a tener un nivel socioeconómico mayor que aquellas que ostentan otros más comunes. Los investigadores atribuyen estos resultados a un nivel relativamente bajo de movilidad social y a un comportamiento señalizador de las dinastías con éxito mediante la creación de apellidos compuestos.

Un estudio analiza la relación entre los apellidos y el estatus social
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El sistema de apellidos en España, al igual que en muchos otros países, es en general una forma sencilla y eficiente de identificación del individuo y de su origen. Antes de la introducción del Código Civil existía una gran flexibilidad en la adopción de apellidos aunque a partir de los siglos XVIII y XIX la inmensa mayoría de la población empezó a adoptar el apellido del padre. Sin embargo, en ocasiones, “la regla de adoptar como primer apellido el del padre y como segundo el de la madre no es siempre suficiente para que individuos con apellidos frecuentes puedan distinguirse”, explica Ignacio Ortuño, investigador del Departamento de Economía de la UC3M y coautor del estudio Surnames and social status in Spain. Movidos por esta circunstancia, los científicos estudiaron la vinculación entre apellidos y estatus social en la población española encontrando una serie de curiosas coincidencias.

En primer lugar, detectaron la alta tasa de apellidos combinados, es decir, aquellos formados por la unión por ejemplo de los dos apellidos del padre, en linajes con cierto éxito social. Una explicación a este hecho es que “las reglas más rígidas impuestas en los siglos XIX y XX dejan como una de las pocas posibilidades distinta de la norma general de transmisión de apellidos la creación de los apellidos compuestos, y por eso quizás se haya utilizado principalmente en el siglo XX”, explica el investigador. Así, por ejemplo, “un prestigioso doctor con los apellidos García Sal y normalmente identificado por la población como “García Sal”, podría tener y sus hijos también, un cierto interés en convertir los dos apellidos del padre en el nuevo apellido compuesto “García-Sal”, siendo así más fácilmente identificados como descendencia del doctor que si sólo adoptasen el apellido García”, aclara Ortuño. Asimismo, como esta práctica de unir los apellidos se ha dado principalmente en linajes con algún tipo de distinción o relevancia social, “se incrementa la ya positiva relación existente entre apellidos menos comunes y estatus social elevado”, añade. Los investigadores también observaron que muchos de estos apellidos combinados están formados por un apellido muy común con otro, normalmente poco común, generando finalmente un nuevo apellido muy poco común y fácilmente distinguible.

Tampoco es España el único país donde las familias con algún éxito social intentan “identificarse” de alguna manera. Sin embargo, según el investigador, “una diferencia importante con otros países es que aquí el uso de dos apellidos permite de una forma fácil y “natural” la creación de nuevos apellidos compuestos”. En cuanto a las probabilidades de que personas con apellidos comunes accedan a niveles sociales elevados, Ortuño explica que “considerando profesiones de prestigio a la de la medicina o la abogacía, si agrupamos por un lado al 10% de la población con los apellidos menos frecuentes y por otro el 10% de la población con apellidos más comunes, encontramos que el número de personas con esas profesiones de prestigio y apellidos poco frecuentes es más de un 45% superior a lo que debería ser si no existiese “sesgo” entre apellidos y nivel social”. En el otro sentido los investigadores también encontraron la relación inversa, es decir, de las profesiones prestigiosas el número de personas que las ejercen y que portan apellidos comunes es un 20% menor que en otras profesiones. “Resumiendo, hay menos García, Alonso, López y otros apellidos comunes entre la personas con mayor estatus social que lo que debería observase si no existiera el sesgo que aquí detectamos”, afirma Ortuño. Un ejemplo interesante son los apellidos de todos los profesores de universidad en España, que según el investigador, presentan este sesgo de una forma muy significativa.

Para realizar este estudio, los científicos utilizaron la metodología estadística clásica aunque con algunos refinamientos técnicos. Fundamentalmente, clasificaron los apellidos por tamaños y llevaron a cabo sucesivos contrastes de proporciones. También emplearon los llamados contrastes noparamétricos que comparan las frecuencias de los apellidos con las del conjunto de la población.

El estudio Surnames and social status in Spain ha sido publicado en la revista Investigaciones Económicas por M. Dolores Collado de la Universidad de Alicante, Ignacio Ortuño Ortín de la Universidad Carlos III de Madrid y Andrés Romeu de la Universidad de Murcia.

Fuente: UC3M
Derechos: Creative Commons

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