Un proyecto de cooperación internacional traza una cartografía social en la región colombiana de Bucaramanga para cualificar a las instituciones a través de estrategias de detección y prevención de la explotación sexual de las niñas.
Un proyecto de cooperación internacional para el desarrollo, subvencionado por la Universidad de Jaén, analiza y estudia la explotación sexual comercial infantil (ESCI) en Colombia, concretamente en la región de Bucaramanga, con el objetivo de poder disponer de una cartografía social sobre esta problemática y cualificar a las instituciones a través de estrategias de detección y prevención de la misma.
Este proyecto está dirigido por Manuel Linares Abad y forman parte del mismo, entre otros miembros la profesora Mª Luisa Grande, ambos del Departamento de Enfermería de la UJA, que en julio del pasado año tuvieron la oportunidad de visitar Colombia para conocer in situ la zona objeto del estudio.
Algunos de los resultados parciales obtenidos de este proyecto constatan que se identifica reiterativamente la comprensión de la explotación sexual comercial infantil como un “trabajo no digno” o “mal trabajo”, argumento detrás del cual se justifica socialmente la problemática principalmente cuando ocurre en los contextos de pobreza y marginalidad social.
Asimismo, de este estudio se desprende que todas las niñas y adolescentes explotadas tienen en común una familia multiproblemática que contribuyó en mayor o menor grado a su decisión de salir a la calle. En este sentido, todas coinciden en señalar la dureza y el dolor que caracteriza la experiencia de vender sus cuerpos, enfatizando el daño a su dignidad como una consecuencia imborrable en sus vidas.
Además, su discurso reitera la comprensión de la ESCI como una forma de trabajo, y en consecuencia, no se interpreta la condición de víctimas para sí mismas, expresando vergüenza y culpa sobre la situación de este tipo de explotación.
Por otro lado, según comenta el responsable del proyecto, algunas víctimas de violencia sexual no se reconocen como tal, es más, se afirma que en territorios colombianos marcadamente afectados por el conflicto armado existe una naturalización y normalización de las agresiones sexuales hacia mujeres que hace aún más difícil no sólo su identificación y visibilización, sino también el riesgo de repetición con ellas mismas o sus hijos e hijas. “Sorprende como resultado parcial que hay más frecuencia de ESCI en parques vigilados por la policía que los que no tienen esta vigilancia”, asegura Manuel Linares.
En el marco de este proyecto, tres investigadoras de la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga (Colombia) visitaron recientemente la Universidad de Jaén, con el objetivo de mantener una serie de reuniones con los miembros.