Investigadores del Grupo FRAV de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) desarrollan un sistema automático que detecta las manos del piloto y mide el nivel de riesgo durante la conducción ante los posibles descuidos. El estudio se ha realizado en la cabina de un camión profesional.
Insertar un CD, contestar al teléfono, comer, el movimiento de un animal o de un pasajero o la presencia de dispositivos móviles en el interior del coche provocan que, en torno a un 30% del tiempo que el vehículo está marcha, los conductores participen en tareas que pueden provocar distracciones y, en consecuencia, accidentes.
La naturaleza y la magnitud del déficit dependen de las características de la tarea que entra en competencia con la conducción, por lo que una de las primeras conclusiones a las que llegaron los miembros del grupo FRAV (Face Recognition and Artificial Vision) es que el estudio del nivel de fatiga del conductor es lo suficientemente complicado como para que una sola técnica, bien sea basada en el seguimiento de la cabeza, el chequeo de los ojos o la posición relativa de las manos, baste para dar una buena respuesta.
No obstante, el estudio de la posición de las manos es, hasta la fecha, el que menos atención ha recibido. Por ello, el grupo FRAV desarrolla un programa que permite detectar de forma fiable las manos del piloto y medir su riesgo en la conducción dentro de un enfoque original.
Gracias a esta investigación, dirigida por Enrique Cabello Pardos, se podrá disponer de un conjunto de datos de distracciones, sobre todo manuales, que permitan su tratamiento estadístico.
Un hardware que no molesta
El sistema de visón está compuesto por un sensor CMOS, un filtro infrarrojo, tres iluminadores infrarrojos y dos difusores. El componente principal, el sensor CMOS, cuenta con un convertidor analógico digital de 12 bits que es capaz de entregar imágenes a una cadencia mayor a 200 imágenes por segundo en resolución QVGA (320 x 240), llegando incluso a ofrecer una resolución máxima de cinco megapixeles.
Además cuenta con una tarjeta llamada “Demo2A” que permite su conexión a una computadora por medio de un puerto USB 2.0. A este sensor se le acopla un filtro infrarrojo para bloquear la luz visible limitando el ruido proveniente de otras fuentes de iluminación, como puede ser la luz artificial, y al mismo tiempo permite usar un tipo de iluminadores que no molestan al conductor puesto que la luz que emiten no es visible para el ojo humano.
El sistema va instalado en el techo de la cabina, justo encima del volante, y reporta numerosos beneficios con respecto a otros más invasivos como los sensores de presión, ya que puede seguir la mano si está en el GPS o en la palanca de cambios. Otra de las ventajas que presenta es una iluminación infrarroja suficientemente constante para funcionar correctamente.
En el sistema, un grupo de expertos define de forma intuitiva una señal de riesgo y un programa aprende a predecirla. Los resultados, probados en un simulador, muestran resultados prometedores.
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