El plan de recuperación del águila imperial (Aquila Adalberto) en Doñana, que en enero de 2006 pusieron en marcha investigadores del CSIC, ya ha dado resultados: se ha logrado frenar en esta zona la mortalidad del águila más amenazada de Europa. La producción anual de pollos se ha triplicado en menos de tres años, de 3,5 se ha pasado a 10,5 pollos al año. Los científicos impulsaron este plan de recuperación, que termina en 2010, después de identificar un mecanismo que aceleraba la extinción de imperiales en Doñana. El hallazgo de este mecanismo es portada del último número de la revista Journal of Applied Ecology.
El plan de recuperación del águila imperial (Aquila Adalberto) en Doñana, que en enero de 2006 pusieron en marcha investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ya ha dado resultados: se ha logrado frenar en esta zona la mortalidad del águila más amenazada de Europa. La producción anual de pollos se ha triplicado en menos de tres años, de 3,5 se ha pasado a 10,5 pollos al año. Los científicos impulsaron este plan de recuperación, que termina en 2010, después de identificar un mecanismo que aceleraba la extinción de imperiales en Doñana. El hallazgo de este mecanismo es portada del último número de la revista Journal of Applied Ecology.
El investigador del CSIC que coordina el Plan, Miguel Ferrer, detalla: “Con técnicas de radioseguimiento, localización de ejemplares y seguimiento genético con amplificación de ADN de plumas, se ha podido comprobar que la mortalidad ha vuelto a valores normales, como consecuencia de la provisión sostenida de conejos vivos en los territorios, lo que ha disminuido las salidas de las águilas de Doñana, y los planes para la erradicación del uso de venenos”. Durante los cuatro años de duración prevista del proyecto se pretende alcanzar de nuevo un mínimo de 10-12 parejas reproductoras y una producción sostenida de 9-14 pollos por año.
En el arranque del plan, un hallazgo: Ferrer, junto con el también investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana Vincenzo Penteriani, descubrió una relación invertida entre la densidad y la fecundidad en las poblaciones de águila imperial de Doñana. “Cuando disminuía la densidad de las poblaciones de las imperiales, su fecundidad media también descendía, de forma contraria a lo que predicen las leyes biológicas, lo que aceleraba la velocidad de extinción de la especie en la zona”, narra Ferrer. Según las formas de regulación de las poblaciones que se dan en la naturaleza, cuando una población decrece en exceso, la fecundidad aumenta para recuperar la densidad, mientras que cuando la densidad aumenta demasiado, la fecundidad baja para evitar un crecimiento excesivo de la población.
Sin embargo, debido a la alta mortalidad que mantuvo esta especie en la zona de 1992 a 2004, este mecanismo de regulación se invirtió. Durante estos años el águila imperial en Doñana había sufrido un fuerte declive: sus poblaciones se habían reducido a la mitad, de las 15-16 parejas habituales de la zona durante la última mitad del siglo XX se pasó a 7-8 parejas. Los análisis demuestran que esta reducción se debió al aumento de la mortalidad de los adultos, que pasó del 6% al 12,1%.
El 61% de los ejemplares adultos muertos fallecieron por envenenamiento. “La aparición de veneno en Doñana y su entorno parece estar asociada a la disminución de los conejos tras la aparición de la enfermedad de la neumonía vírica. Al disminuir la densidad de los conejos, las águilas tuvieron que ampliar su área de campeo al exterior del parque, zonas donde se habían aumentado los esfuerzos para eliminar al zorro y otros predadores usando todo tipo de métodos, legales e ilegales, como el veneno. Afortunadamente, este efecto ha remitido en los últimos años”, explica Ferrer.
Muerte por envenenamiento
La sustitución de las águilas adultas muertas por ejemplares jóvenes de águila imperial amortiguó durante los primeros años la caída de la densidad de la población, pero a partir de un determinado umbral, cuando se agotaron los individuos jóvenes capaces de cubrir las bajas, las sustituciones cada vez se demoraban más. El investigador del CSIC comenta este proceso: “Como las águilas tienen un ciclo reproductor que les ocupa ocho meses, cualquier demora que se produzca durante este periodo en la sustitución de algún miembro de la pareja impide que se puedan reproducir ese año, lo que afecta a la fecundidad, que a su vez limita la disponibilidad futura de águilas para sustituir las bajas”.