Una investigación llevada a cabo dentro del proyecto Infancia y Medio Ambiente, en la que participa la Universidad del País Vasco, refleja el nivel de exposición al humo del tabaco de las mujeres embarazadas no fumadoras. Los resultados han sido publicados en la revista Science of the Total Environment.
Un estudio realizado por investigadores de 13 centros de investigación de Asturias, Gipuzkoa, Sabadell y Valencia revela que más de la mitad de las mujeres embarazadas no fumadoras, el 55%, son fumadoras pasivas.
El hecho de que algún miembro de la familia, especialmente la pareja, fume en casa hace que estas mujeres estén más expuestas al humo del tabaco. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Science of the Total Environment.
La investigación, llevada a cabo dentro del proyecto Infancia y Medio Ambiente (INMA), analiza el nivel de exposición al humo del tabaco de las mujeres embarazadas no fumadoras de Asturias, Gipuzkoa, Sabadell y Valencia.
Para conocer el nivel de exposición al tabaco, los investigadores han hecho uso de los resultados de las muestras de orina recogidas en la revisión médica del tercer trimestre del embarazo y de cuestionarios realizados a mujeres. Han analizado una población de 1.783 mujeres, una vez rechazadas a 480 mujeres sospechosas de ser fumadoras según los resultados de las encuestas y los análisis de orina.
“Está demostrado que el hecho de que una mujer embarazada se exponga al humo del tabaco perjudica al feto", explica Juanjo Aurrekoetxea, investigador del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
El tabaquismo pasivo aumenta el riesgo de aborto. Afecta sobre todo al desarrollo de los bebés; por ejemplo, son más pequeños al nacer y tienen menor desarrollo cognitivo. Además, aunque en menor medida, estos bebés tienen mayor tasa de muerte súbita, y mayor riesgo de sufrir cáncer y patologías del aparato respiratorio a lo largo de la infancia.
Conscientes del daño que ocasiona el humo del tabaco al feto, y debido de la presión ejercida por el entorno y los médicos, el 10% de las mujeres fumadoras deja el tabaco al quedar embarazada; sin embargo, el 22% continúa fumando. Si a eso añadimos que el 55% de las no fumadoras son fumadoras pasivas, Aurrekoetxea subraya que “el mensaje no llega. La educación sanitaria es imprescindible para proteger a las mujeres y, sobre todo, a los fetos”.
Cotinina, el marcador del tabaco
En el cuestionario que tuvieron que responder las mujeres, se les preguntó sobre los hábitos de vida que podrían estar relacionados con el tabaco, por ejemplo en qué situaciones estaban expuestas al humo del tabaco. Como complemento a la información recabada mediante esas preguntas, los investigadores midieron el nivel de cotinina en las muestras de orina.
Uno de los componentes químicos principales del humo del tabaco, la nicotina, se metaboliza en el hígado nada más introducirse en el cuerpo; sin embargo, el compuesto que se origina en ese proceso permanece en el mismo de 15 a 20 horas.
“La nicotina no es tóxica para el organismo; crea dependencia, pero no es especialmente perjudicial. Sin embargo, como se encuentra a grandes dosis en el tabaco, se utiliza a modo de indicador para controlar el consumo del tabaco. Precisamente, cuando hay cotinina en la sangre o en la orina, se puede hablar de gran consumo de tabaco o exposición pasiva importante”, explica Aurrekoetxea.
Del 55% de las mujeres que confesaron haber estado expuestas al humo del tabaco: el 38,5 % de ese porcentaje estuvo expuesto al mismo en actividades asociadas al ocio, especialmente, y el 24,7 % afirmó que alguno de los miembros de la familia era fumador.
A pesar de que la exposición causada por miembros de la familia no es la más habitual, el nivel de cotinina analizado en la orina demuestra que la casa es la principal fuente de exposición, ya que en las mujeres expuestas al humo en ese medio es mayor la concentración de cotinina.
“Cuando la pareja de las mujeres fuma en casa es cuando mayor es la exposición”, asegura Aurrekoetxea. Cuando la fumadora es otra persona distinta a la pareja se observa en esas mujeres el segundo mayor nivel de cotinina. Así, según Aurrekoetxea, “la mayor fuente de exposición al humo del tabaco es la casa. En todos los lugares se afirma que el tabaco es malo y que la exposición pasiva es también mala, pero la gente no toma las medidas necesarias para no fumar, ni para no obligar a aspirar el humo del tabaco a mujeres embarazadas”.
El estudio se llevó a cabo entre el 2004 y el 2008; gracias a eso, pudieron medir en qué medida afectó la ley antitabaco del 2006: “De hecho, el nivel de cotinina en las mujeres embarazadas descendió un 16 %. Eso evidencia que ese tipo de medidas afectan”, afirma Aurrekoetxea.