La libertad intelectual en la investigación médica puede estar amenazada por varias cuestiones. Así lo indica Giovanni A. Fava en el editorial del último número de la revista Psychotherapy and Psychosomatics. El trabajo, que critica las múltiples formas de censura de la industria farmacéutica, ofrece varias propuestas para conservar la autonomía en las investigaciones biomédicas.
La industria farmacéutica tiene el control total de muchas sociedades científicas y revistas. La censura podría ser el resultado de la prevención directa de la publicación y divulgación de hallazgos por las propias compañías farmacéuticas (demostrando su poder como anunciante en revistas médicas, patrocinador de reuniones y propietaria de los datos).
Según Fava, “miembros de grupos de interés actúan como redactores, revisores y consultores de revistas médicas, reuniones científicas y organizaciones de investigación sin ánimo de lucro con la tarea de evitar sistemáticamente la divulgación de datos que pudieran entran en conflicto con sus intereses”.
Pero existen formas más sutiles de censura, como la fijación de un umbral económico para publicar hallazgos científicos. Asimismo, tal y como explica el editorial, se contrarresta la información publicada con dosis masivas de propaganda (por ejemplo, interpretación manipulada de los ensayos clínicos).
“El filtro de información (percepción selectiva), la manipulación de las opiniones, la utilización de la industria de las relaciones públicas y la marginalización de culturas disidentes son modalidades bien conocidas de acción. Es la autocensura deliberada la que podría ocasionar los efectos más dañinos”, afirma Fava.
El trabajo, publicado en el último número de la prestigiosa revista Psychotherapy and Psychosomatics, ofrece también varias sugerencias para conservar la libertad intelectual en medicina, basándose en los datos disponibles de las investigaciones.
“Una forma de abordar el problema tiene que ver con los investigadores que han optado por no tener ningún conflicto de intereses importante, es decir, ser un empleado de una empresa privada, ser un consultor habitual o pertenecer al comité directivo de una empresa, ser accionista de una empresa relacionada con el campo de investigación, poseer una patente directamente relacionada con el trabajo publicado”, concluye Fava.
------------------
Referencia bibliográfica:
Fava, G.A. “Preserving Intellectual Freedom in Clinical Medicine”. Psychotherapy and Psychosomatics; 78:1-5, febrero de 2009
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.