Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha presentado un proyecto de investigación sobre la cárcel de Carabanchel en el que los investigadores estudiarán el uso de la prisión como modelo de represión y cómo afecta su existencia y su historia a la memoria histórica del barrio madrileño. Uno de los primeros pasos del proyecto ha sido la documentación de la situación actual del edificio, que se plasma en el audiovisual La Cárcel de Carabanchel: Un modelo de espacio para la represión.
La investigadora del CSIC y coordinadora del proyecto, Carmen Ortiz, que trabaja en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales, en Madrid, destaca la urgencia de la investigación hecha sobre el terreno por parte de un equipo interdisciplinar formado por arqueólogos, antropólogos e historiadores: “Lo primero que hemos hecho ha sido documentar la situación del edificio de la cárcel en estos momentos. Ha sido, en alguna medida, una tarea de rescate documental de urgencia, ante el deterioro que el edificio ha sufrido desde su desalojo y abandono en 1998”.
El proyecto, que se denomina La cárcel de Carabanchel: Elementos sociales, materiales y simbólicos desde su construcción a su abandono, aborda el estudio del contenido simbólico de la cárcel en un sentido general, como elemento de la represión del régimen franquista y, en un ámbito local, para el barrio de Aluche-Carabanchel, cuyos habitantes han “convivido forzosamente” con la cárcel. El estudio incluye también el análisis de la utilización del edificio tras el abandono y hasta estos momentos, así como las posibilidades de uso en el futuro.
La cárcel: represión y simbología
La investigación está diseñada en torno a tres ejes. En primer lugar se documentará la situación actual del edificio y sus reutilizaciones. En concreto, los investigadores se centrarán especialmente en las muestras de expresión gráfica como mensajes, dibujos y grafittis conservadas todavía en sus muros y procedentes tanto de los presos que habitaron la prisión como de los numerosos graffiteros que han utilizado la cárcel abandonada como lugar para llevar a cabo sus pinturas murales.
El estado actual de la cárcel servirá de punto de partida para analizar el edificio como espacio de represión y poder. Se utilizarán para ello el diseño del edificio: una planta de estrella con un punto de vigilancia central como se establece en el sistema panóptico [centro penitenciario diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en 1791 cuyo concepto se basa en que un vigilante puede observar a todos los prisioneros sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no].
La reconstrucción de la “vida” del edificio se hará, en parte, mediante la información oral proporcionada por los implicados en las distintas etapas de la cárcel, desde su construcción por los propios presos en trabajos forzados, a su utilización como lugar emblemático para la represión política, o su conversión en centro de internamiento para presos comunes.
Una tercera parte del proyecto incluye el análisis del edificio y la cárcel en sí, como símbolo y factor aglutinante para la vida y la identidad del barrio en que se ubica. Según señala Ortiz: “Actualmente la cárcel y su solar se han convertido en una imagen potente y símbolo del movimiento asociativo vecinal, que reivindica mejores infraestructuras sociales para la población”.
El equipo de investigadores estudiará también la posible conservación y reutilización del edificio de la prisión. “La antigua cárcel representa un patrimonio indeseado que resulta difícil de gestionar, pero para el que hay salidas positivas. La prisión podría reconducir su sentido histórico hacia un significado nuevo, creativo, identitario y participativo para el futuro de la convivencia ciudadana, tanto en el propio entorno de Aluche y Carabanchel, como en un sentido más general de educación para la paz y la democracia”, resalta la investigadora del CSIC.
Historia de la cárcel de Carabanchel
La cárcel de Carabanchel se construyó durante los primeros años de la dictadura para sustituir a la anterior cárcel modelo de Madrid. “Aunque en realidad la cárcel se ideó, no como un penal, sino como una cárcel preventiva para los delitos de orden público”, señala la investigadora. Las obras, en las que trabajaron más de 1.000 presos políticos, se iniciaron el 20 de abril de 1940. Fue inaugurada el 22 de junio de 1944 y contaba con una capacidad para 2.000 personas. El proyecto de construcción no se había terminado y las obras continuaron durante años e incluso una de sus galerías no llegó a construirse. La cárcel se terminó de desalojar el 29 de octubre de 1998.
“Desde su desalojo, los 172.000 metros cuadrados que ocupaba el centro penitenciario se han convertido en un enorme solar en que se dirimen muy diversos intereses políticos y sociales, y que reclaman para sí grupos sociales muy diversos, desde los ocupas clandestinos a los graffiteros organizados, la comisaría de policía o el movimiento vecinal”, detalla el proyecto de los investigadores del CSIC.
El equipo de investigación dirigido por Carmen Ortiz está integrado por Cristina Sánchez Carretero y Virtudes Téllez Delgado, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CSIC), en Madrid, Fernando Figueroa Saavedra, investigador especialista en graffitis, Víctor Fernández Martínez y Alfredo González-Ruibal, profesores de arqueología en la Universidad Complutense de Madrid, y Javier Arteaga Moralejo, antropólogo de la Universidad Autónoma de Madrid. Este trabajo ha sido financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
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