El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa), en colaboración con la Universidad de La Rioja, está investigando la mejora de los suelos de viñedo. Un sustrato orgánico empleado como abono para champiñones y setas podría ofrecer ventajas para los agricultores, como aumentar la riqueza en materia orgánica en los terrenos, y evitar la contaminación que se produce por el empleo de fungicidas en la vid.
Una nueva legislación impide que este tipo de residuos sean llevados a un vertedero tras ser utilizados en el cultivo de los hongos. Por eso, encontrar un nuevo uso para el viñedo podría resolver varios problemas a la vez, aunque los primeros resultados necesitan ser contrastados con la medición de nuevos parámetros.
María Sonia Rodríguez Cruz, investigadora del Irnasa, explica que el sustrato orgánico utilizado en el cultivo de champiñones y setas está formado por mezclas que pueden ser diversas en función del destino concreto que tenga, pero que pueden estar compuestas por paja, turba, gallinazas y otros materiales orgánicos que contribuyen al crecimiento de los cultivos.
Sin embargo, “una vez que se agotan los nutrientes útiles, eran llevados al vertedero y eso ya no se puede hacer”, señala. Por lo tanto, si los científicos consiguen reutilizar este residuo, solucionarían el problema de acumulación que tiene lugar en la actualidad.
Además, “los suelos de los viñedos tienen muy bajo contenido en materia orgánica”, apunta, de manera que la aportación de este sustrato puede ser muy beneficiosa para la vid. Aún más importante es resolver el problema de contaminación que pueden generar algunos tratamientos contra los hongos que se realizan sobre estas plantas.
“Los fungicidas se emplean en grandes cantidades y por filtración de la lluvia pueden contaminar suelos y aguas subterráneas”, indica la experta. Sin embargo, el empleo del sustrato puede llegar a retener en buena medida los restos del fungicida en un nivel superficial del terreno, según han comprobado los investigadores.
“Cuando adicionamos estos residuos, el fungicida es absorbido y se reduce la movilidad”, es decir, aunque llueva, el agente se desplaza en menor medida, de manera que disminuye la contaminación del entorno.
Experimentos sobre el terreno
Para realizar estas investigaciones, los científicos tomaron como referencia secciones de suelo de hasta medio metro de profundidad y agregaron agua para simular los efectos de la lluvia en el terreno. Así comprueban en qué grado el fungicida es capaz de penetrar en el terreno con y sin residuos procedentes de los cultivos de champiñones y similares.
En cualquier caso, a pesar de las primeras conclusiones , no se podrá generalizar el uso de este residuo hasta comprobar otra serie de parámetros agronómicos que, en este caso, estudia la Universidad de La Rioja.