La dardarina, un gen cuyas mutaciones se han identificado como la causa más común del párkinson familiar, parece ser la clave de un importante mecanismo biológico que podría aportar nuevos datos para mejorar el desarrollo de tratamientos contra la enfermedad. El trabajo se recoge hoy en la revista Nature Neuroscience.
La función normal del gen dardarina –llamada así por la palabra vasca “dardara”, temblor– o cómo sus mutaciones provocan la enfermedad de Parkinson hace mucho tiempo que intriga a los científicos.
Ángel Raya, investigador del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC), en colaboración con expertos italianos y estadounidenses, han estudiado este gen cuyas mutaciones se han identificado como la causa más común del párkinson familiar.
En un artículo publicado hoy en Nature Neuroscience, los investigadores revelan su descubrimiento de que la dardarina se degrada mediante un proceso de limpieza llamado autofagia, que permite el reciclado de aminoácidos de proteínas y elimina las que presentan anomalías o daños.
Pero la dardarina emplea un tipo de autofagia muy específico, de forma que sus mutaciones también pueden afectar a la propia autofagia y reducir su eficiencia.
Por si eso no fuera suficiente, este mecanismo afecta también a otro proceso crucial que puede causar párkinson: la acumulación de una proteína llamada α-sinucleína. Habitualmente, la α-sinucleína también se degrada por autofagia; pero cuando la autofagia se ve afectada por la dardarina, la α-sinucleína puede acumularse.
Este “doble ataque” que inhibe la autofagia podría ser la base de la toxicidad en la enfermedad de Parkinson. “En otras palabras, dos rasgos dominantes que causan el párkinson convergen en el mismo punto”, explica Raya.
Este nuevo descubrimiento –posible gracias al uso de células madre pluripotentes inducidas provenientes de pacientes, lo que ya prueba que es aplicable a los humanos– puede ayudar a descubrir estrategias específicas para tratar o incluso prevenir esta enfermedad degenerativa.
“Como resultado, las intervenciones dirigidas a aumentar la actividad autofágica o prevenir su disminución causada por algunas patologías o por la edad pueden acabar resultando de gran valor”, afirma el investigador. “Esto no solo es aplicable al tratamiento, sino que también puede ser relevante para otras enfermedades relacionadas con el envejecimiento causadas por las alteraciones en la autorregulación celular”.
Referencia bibliográfica:
S J Orenstein, S Kuo, I Tasset, E Arias, H Koga, I Fernandez-Carasa, E Cortes, L S Honig, W Dauer, A Consiglio, A Raya, D Sulzer & A M Cuervo (2013). "Interplay of LRRK2 with chaperone-mediated autophagy", Nat Neuroscience.