Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén ha realizado este inusual hallazgo en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en Asuán. El Real Instituto Belga de Ciencias Naturales de Bruselas ha analizado los restos.
Las momias de diez cocodrilos han estado más de dos milenios guardadas en una tumba intacta en el sur de Egipto. Se trata de un descubrimiento extraordinario, ya que es una de las raras ocasiones en las que especialistas han podido estudiar esta clase de restos in situ y con metodologías modernas.
Investigadores de la Universidad de Jaén encontraron en 2019 la tumba situada en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, en Asuán. En su interior había cinco esqueletos y cinco cráneos de grandes cocodrilos, que fueron analizados por arqueozoólogos del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales de Bruselas. En esa misma zona se habían enterrado los gobernadores de la frontera sur de Egipto, pero los cocodrilos datan de la época anterior a los Ptolomeos, es decir, antes del 304 a. C.
Según los expertos, es muy posible que estos cocodrilos sirvieran de intermediarios entre los humanos y el dios Sobek, dios del agua y la fertilidad, a menudo representado con una cabeza de cocodrilo. Esta divinidad tuvo mucha importancia en la localidad de Kom Ombo, a solo 50 kilómetros de Asuán. De hecho, Kom Ombo fue un importante centro de culto a los cocodrilos, pero no se tenía noticia de que sucediera lo mismo en Asuán.
Uno de los cráneos de cocodrilo encontrados. / Universidad de Jaén
"Se conocen más de 20 lugares de enterramiento con momias de cocodrilos en Egipto, pero encontrar 10 momias de cocodrilos bien conservadas juntas en una tumba intacta es extraordinario", dice la investigadora belga Bea De Cupere. "De la mayoría de las momias recolectadas por los museos a fines del siglo XIX y principios del XX, a menudo crías, no sabemos exactamente de dónde provienen", especifica.
Encontrar 10 momias de cocodrilos bien conservadas juntas en una tumba intacta es extraordinario
Los arqueólogos de Qubbet el-Hawa encontraron rastros de lino, hojas de palma y cuerdas, asociados con algunos de los cocodrilos, lo que indica que alguna vez estuvieron envueltos. Sin embargo, las vendas fueron devoradas por los insectos en la antigüedad.
Los expertos destacan que los animales no estaban cubiertos con grandes cantidades de resina o betún, como era habitual en épocas más modernas. Este hecho indica que son más antiguos que la mayoría de cocodrilos momificados encontrados hasta ahora. Además, también les permitió a los investigadores medir y estudiar estos especímenes a fondo.
El cocodrilo más pequeño mide 1,8 metros de largo y el más grande 3,5 metros. Pertenecen a dos especies diferentes: el cocodrilo del Nilo y el cocodrilo de África Occidental. Tres esqueletos estaban casi completos, mientras que a los otros dos les faltaban bastantes partes. "Los cocodrilos fueron enterrados primero en otro lugar, posiblemente en pozos de arena", señala De Cupere. “Esto permitió que los cocodrilos se secaran de forma natural. Luego, los restos fueron exhumados, envueltos y trasladados a la tumba en Qubbet el-Hawa. Deben haberse perdido partes del cuerpo durante el embalaje y el transporte”.
El conocimiento iconográfico muestra que los cocodrilos se atrapaban principalmente con redes. No se han encontrado marcas de sacrificio en los cocodrilos de Qubbet el-Hawa. Posiblemente los cocodrilos se ahogaron, asfixiaron o sobrecalentaron al exponerlos al sol por largos periodos de tiempo.
Un cocodrilo estaba tan bien conservado que los gastrolitos aún estaban presentes. Estas son piedras en los intestinos que ayudan a los cocodrilos a mantenerse equilibrados en el agua. Las piedras indican que el cocodrilo no fue abierto para sacar los intestinos. Se trata de un descubrimiento excepcional por la rareza de la conservación de los cuerpos, la cual confirma que los egipcios eran capaces de sacrificar a los animales que luego iban a dedicar a los dioses.