El "ceceo" y la omisión de la "s" final son rasgos distintitivos en la mayoría de conversaciones entre malagueñas y malagueños. El grupo de investigación que dirige Juan Andrés Villena lleva más de diez años analizando la sociolingüística de la capital de la Costa del Sol.
En una época donde la multiculturalidad está al orden del día y donde las comunidades inmigrantes están cada vez más integradas en la vida de la ciudad, es lógico que la rutina lingüística de la población experimente continuos cambios.
En más de una ocasión, expertos en el área de la lengua han manifestado que Málaga es una de las ciudades mejor estudiadas desde el punto de vista lingüístico. En gran medida, de ello es responsable el Grupo de Investigación Vernacular Urbano Malagueño (VUM), que dirige Juan Andrés Villena.
El VUM lleva desde principios de los '90 trabajando en varios proyectos que han dado como resultado datos reveladores acerca de la naturaleza hablante de los malagueños. Numerosos análisis, cuestionarios y horas de grabación son la semilla de varios estudios que han abarcado la mayoría de clases, barrios y perfiles sociales que se dan cita en la capital.
Estudio sociolingüístico de la ciudad de Málaga
Como afirma Villena, “el mejor modo de conocer la realidad lingüística de una población es huir de las encuestas aleatorias y basarse en conceptos como el de la red social”. A través de entrevistas a ciudadanos que respondían a varios perfiles y zonas de la localidad, se ha tratado hacer un “mapa sociolingüístico” de Málaga.
Se ha detectado que la clase social, el sexo y la procedencia son factores cruciales a la hora de definir el habla de una ciudad. En este caso, la pronunciación ha sido el objeto del estudio, que sitúa la variedad malagueña como una de las más innovadoras del mundo hispanohablante. Es el caso de la “s” final de sílaba, de la que se han analizado más de 30 mil ocurrencias. De hecho, la frecuencia de elisión es cercana al 80 por ciento en la población de la capital.
Por su parte, el “ceceo”, es decir, el uso del sonido z indistintamente en todas las apariciones de S o de Z tiene una fuerte presencia en el habla local. “Sobre todo está relacionado con las clases bajas, de entornos rurales y el sexo masculino aunque, explica Villena, las personas que llegan a la ciudad suelen adaptarlo al seseo antes de adquirir la variante distinguidora, propia de perfiles universitarios y femeninos”.
Pero, ¿a que responde este fenómeno? Según los últimos resultados, la presión social es un factor que ha causado la escisión de un fonema en dos, a diferencia de lo que ocurre en Andalucía occidental, donde predomina la norma sevillana. De esto se deduce que actualmente existe una corriente divergente en nuestra comunidad: por un lado, la zona occidental, fiel a la norma sevillana, y por otro, la parte oriental, con una tendencia convergente hacia la norma distinguidora más marcada.
Colaboración con Europa
A nivel internacional, y siguiendo la línea de varios estudios europeos realizados en Inglaterra y Alemania, el grupo VUM está trabajando en la estructura de las redes sociales y su implicación directa en la adaptación de los inmigrantes que llegan a la capital.
Ejemplos como el de Riogordo, donde se mantiene una variedad dialectal muy particular, responde a uno de los numerosos procesos de integración que se experimentaron con el fenómeno migratorio de las década de los '60 y los '70.
Se ha demostrado que, tanto el tipo de contacto, como la calidad de los círculos en los que se relacionan los recién llegados, determinan directamente su integración. En este sentido, las conclusiones avalan que cuando el hablante deja su lugar de origen, pero su red urbana de destino sigue siendo tan compacta como la originaria en el ámbito rural, éste no abandona las normas básicas de su pronunciación.
Disponibilidad léxica
Además del incesante trabajo del grupo VUM en el ámbito de la pronunciación, ahora le ha llegado el turno al léxico. La investigación se está realizando a través de una muestra que integra varios perfiles de ciudadanos para la que se han tenido muy en cuenta parámetros como la educación, el sexo o la edad.
“Por el momento, afirma el responsable del grupo, hemos detectado que los jóvenes obtienen resultados similares con independencia de la zona donde se relacionen. Sin embargo, estos están muy determinados por la clase social de los padres y el nivel de lectura, y no tanto por su edad o sexo”.
Finalmente, todos estos datos desembocarán en la publicación de un diccionario de disponibilidad léxica a finales de año. “Con este trabajo se apoyará la elaboración de otros diccionarios o, incluso libros de texto para la enseñanza de la lengua”, asegura Villena.
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