El Centro de Estudios Andaluces publica un trabajo de los investigadores J. Ignacio García Pérez, del Centro de Estudios Andaluces, y Alfonso R. Sánchez Martín, de la Universidad Pablo de Olavide, que manifiesta que el diseño de las prestaciones por desempleo y jubilación afecta intensamente a las decisiones laborales a edades avanzadas.
El envejecimiento de la población, la reducción de la mortalidad y la caída de la fertilidad están afectando al equilibrio financiero de las sociedades del bienestar y a sus programas de seguro público, entre ellos a los sistemas de pensiones de reparto. Los años de jubilación son más, con el coste que eso implica, y por eso están surgiendo diferentes propuestas de solución entre las que destaca el fomento de la participación laboral en edades avanzadas.
El investigador del Centro de Estudios Andaluces J. Ignacio García Pérez, junto a Alfonso R. Sánchez Martín, de la Universidad Pablo de Olavide, firman este artículo que forma parte de una investigación más amplia sobre la Participación laboral de trabajadores en edad avanzada: ¿qué reformas son necesarias en los seguros públicos de desempleo y vejez? En esta publicación los autores concluyen que para resolver los riesgos que implican estos cambios sociales y para mejorar los incentivos laborales existentes para estos trabajadores mayores, debería haber “un diseño conjunto” de las políticas públicas de desempleo y de jubilación por parte de las Administraciones públicas.
García Pérez y Sánchez Martín han elaborado este documento partiendo de la realidad actual española y andaluza para hacer un ejercicio de estimación entre personas en paro de 55 a 65 años de cara a identificar a qué perfiles les resulta más fácil reemplearse y cuáles son los que optan más por la jubilación anticipada.
La reincorporación al mercado laboral decrece en todos los casos según el individuo se va acercando a los 65 años: cuanto más se va acercando la edad de la jubilación hay menos posibilidades generales de encontrar un nuevo empleo y también, en muchos casos, menos incentivos a buscarlo. Entre las conclusiones de este estudio se desprende que, en estas edades, los hombres encuentran trabajo antes que las mujeres. Sin embargo, a igualdad de género la variable definitiva es la cualificación: más cualificación, más posibilidades de reemplearse. El cobro de prestaciones por desempleo y los incentivos implícitos en el sistema también juegan un papel esencial.
¿En caso de desempleo, quiénes son pues los que optan por una jubilación anticipada en vez de aceptar un trabajo? Los parados de larga duración y básicamente los no cualificados, probablemente por las menores posibilidades de encontrarlo. Sin embargo, si una persona tiene una base de cotización baja, prefiere quedarse cobrando la prestación por desempleo que jubilarse o buscar empleo de nuevo. Si la pensión, como sucede en algunos casos, es baja si el individuo se jubila anticipadamente pero sus perspectivas de mejora son reducidas, puede ser óptimo para él seguir desempleado y cobrando prestaciones para acceder en el futuro a una pensión más alta (al jubilarse a una edad superior) sin incurrir en mucho esfuerzo de búsqueda de empleo del que, seguramente, se obtendrá un beneficio extra reducido.
En cuanto al entorno laboral, este modelo permite predecir el comportamiento de los desempleados en diferentes entornos económicos. Así, la bonanza económica favorece la salida a un empleo de desempleados de cierta duración mientras que para los de corta duración, resulta más fácil el reempleo en tiempos de crisis. Para las personas (hombres y mujeres) con baja formación y en paro, el deseo de volver a buscar un trabajo frente a la jubilación evoluciona de manera acorde con los ciclos económicos. En periodos de bonanza, tienden más al reempleo y en periodos de crisis hacia la jubilación.
Sin embargo, se observa que se jubilan más cuando la economía está en una mejor situación. Este resultado, a primera vista poco intuitivo, podría derivarse de un posible efecto riqueza manifestado durante las fases expansivas de la economía para dichos trabajadores: el crecimiento en el valor de los activos (reales y financieros) que posean estos trabajadores podría estar traduciéndose en una mayor valoración del ocio de estos trabajadores, empujándolos a la jubilación. El comportamiento explosivo de la riqueza inmobiliaria en la última fase cíclica de la economía española podría estar detrás de este resultado.
Andalucía y Madrid, una comparación
Los investigadores han querido comparar el comportamiento de los desempleados de edad avanzada con un ejemplo concreto de dos regiones, en este caso Andalucía y Madrid. De este modo se descubren comportamientos diferentes en una y en otra región. En general, en Andalucía las tasas de reempleo para personas mayores de 55 años son mayores que en la Comunidad de Madrid, sobre todo, en el caso de los hombres. Sin embargo, en el caso de las mujeres, la situación cambia entre las dos regiones: en Madrid las mujeres se reemplean más, tienen tasas de reempleo sensiblemente mayores seguramente debido “a la menor demanda de trabajo femenino” en Andalucía.
En el caso de la jubilación, los andaluces de edad avanzada tardan más en jubilarse que los madrileños. Así “a la edad de primer cobro de pensión (60 años) los madrileños se jubilan bastante más que los andaluces” (la tasa es de un 2,42% en Madrid frente a 1,80% en Andalucía). También ocurre con las mujeres; las madrileñas se jubilan más y antes que las andaluzas sobre todo las no cualificadas (“7,35% es la tasa de jubilación a los 60 años para las paradas de larga duración cualificadas en Madrid frente al 4,2% de las andaluzas).