El Instituto de Tecnología Cerámica de la Universidad Jaume I de Castellón colabora con el Max Planck Institute (Alemania) en el desarrollo de proyectos conjuntos en el ámbito de la biotecnología aplicada a nuevos usos de la cerámica.
Investigadores del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) de la Universidad Jaume I de Castellón han iniciado una línea de colaboración con el Instituto Max Planck ubicado en Stuttgart (Alemania) para desarrollar baldosas cerámicas antideslizantes inspirándose en ejemplos que ofrece la biología.
La investigadora Aránzazu del Campo, del Instituto Max Planck, se reunió en Castellón con el grupo del ITC para mostrar algunos de los más importantes avances de su equipo de investigación en materia de superficies activas con adhesión selectiva. Los resultados de estos estudios se aplicarían en el sector cerámico en la investigación sobre antideslizamiento en baldosas cerámicas, aspecto especialmente relevante tras la entrada en vigor del nuevo Código Técnico de la Edificación que remarca este requisito entre otros varios de los que deben cumplir los recubrimientos según el espacio al que vayan a ser destinados, a fin de garantizar la seguridad de los usuarios.
El ITC está colaborando con este grupo de investigación para adaptar el concepto de adhesión selectiva a la superficie de baldosas cerámicas, con el objeto de desarrollar superficies antideslizantes. La colaboración se llevará a cabo con la participación de fabricantes de baldosas, esmaltes cerámicos y empresas dedicadas a la nanotecnología.
Según explica Aranzazu del Campo: “La interacción entre dos cuerpos que se encuentran en estrecha proximidad está fuertemente influenciada por la naturaleza química de sus capas moleculares más alejadas y sus respectivas topografías de superficies. El control externo de estos factores permite un delicado ajuste de las fuerzas de adhesión resultantes”.
Para el grupo de investigación del ITC, liderado por el profesor Enrique Sánchez, resultan especialmente interesantes los diseños de superficies que permiten un acoplamiento enteramente ajustado aunque reversible, o incluso una adhesión selectiva.
La Biología ofrece algunos ejemplos espectaculares que inspiran estos desarrollos como, por ejemplo, las patas del lagarto gecko dotadas de minúsculos pelos semejantes a las cerdas de un cepillo, estratégicamente ensamblados de modo escalonado. Muchas de sus especies presentan almohadillas adhesivas en las plantas de los pies que les permiten escalar superficies lisas verticales y andar por los techos con suma facilidad.
El gecko, en lugar de segregar una sustancia pegajosa, debe las propiedades adhesivas de sus patas a fuerzas de atracción intermolecular muy débiles, conocidas como “fuerzas de Van Der Vaals”, las cuales, en el caso de este lagarto, se muestran con mayor intensidad debido a las diminutas estructuras pilosas denominadas setae que se multiplican por miles recubriendo toda la planta de sus patas. Es por esto que la fuerza de agarre es suficiente para lograr que el gecko se aferre a la pared, o incluso a superficies como un vidrio.