Era un caluroso 15 de agosto de 1977. A las 23:16 horas el radiotelescopio Big Ear, perteneciente al programa SETI de búsqueda de vida extraterrestre, captó una señal de radio de origen desconocido procedente de la constelación de Sagitario. Big Ear estaba conectado a un ordenador que recogía los resultados de la escucha y los imprimía codificados.
En aquel papel continuo, siempre lleno de aburridos ceros y unos correspondientes al ruido de fondo del universo, apareció como de la nada el código alfanumérico 6EQUJ5. Cada una de aquellas cifras y letras hacía referencia a diferentes frecuencias del espectro electromagnético y reflejaba una señal treinta veces más intensa que la radiación de fondo.
Dicho de otro modo, Big Ear había recibido un sonoro grito que resonaba por encima del tedioso murmullo de las estrellas. A pesar de los esfuerzos de los científicos, nadie ha podido dar una respuesta razonable a aquel grito cósmico en 30 años de investigación. A la señal se la conoce como Wow! porque esto fue lo que escribió su descubridor, Jerry Ehman, sobre el papel en el que se registró la extraña secuencia.