3 de abril de 1973. Joel Engel, investigador jefe de los laboratorios Bell, la división de desarrollo de AT&T, una de las principales compañías telefónicas de EE UU, recibe una llamada. Al otro lado del teléfono se encuentra el ingeniero Martin Cooper, su homólogo en Motorola.
Esto no tendría nada de especial de no ser porque aquella era la primera llamada desde un teléfono móvil de la historia.
Motorola había creado el primer terminal móvil, el DynaTAC. Medía unos 22 centímetros, pesaba un kilo y 100 gramos y la batería daba para 35 minutos de conversación.
Antes de eso la alternativa era conseguir un radioteléfono para el coche. Costaba miles de dólares, necesitaba instalar en el maletero más de 13 kilos de equipamiento, además de una antena especial.
No fue hasta diez años después, en 1983, cuando se comercializó el terminal, que por entonces había reducido su peso a medio kilo.
Motorola tuvo que solventar varios problemas técnicos y legales antes de ofrecer el servicio a todo el mundo.
Aunque no estaba al alcance de cualquier bolsillo. Los primeros compradores del DynaTAC desembolsaron 3.500 dólares por el teléfono.
Sin embargo, su uso se fue extendiendo: en 1990, el servicio contaba ya con un millón de suscriptores en EE UU.