En 1910, el conde de Romanones, entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, creó una serie de instituciones claves para la ciencia española, en una labor de reorganización del mapa científico del país. Entre ellas se encuentra el Centro de Estudios Históricos, creado con el objetivo de organizar exploraciones y misiones científicas, investigar las fuentes, formar una biblioteca de estudios históricos o formar a sus alumnos en los métodos de investigación. Aunque al principio los inicios fueron modestos y se contaba con un reducido número de alumnos, pronto se convirtió en un centro de referencia, dinamizado por historiadores de prestigio como Ramón Menéndez Pidal y Manuel Gómez Moreno.