Médico de cabecera de Luis XIV, el francés Jean-Baptiste Denys realizó en 1667 la primera transfusión de sangre de la historia, aunque algunas fuentes apuntan al inglés William Lower. El beneficiario de la transfusión fue un joven de 15 años al que se le había practicado una sangría excesiva con sanguijuelas. A pesar de que la transfusión se realizó con sangre de oveja, el joven logró sobrevivir. Por aquel entonces, la ciencia no estaba al tanto de los peligros de la transfusión de sangre entre especies, ni de la existencia de diferentes grupos sanguíneos.
Así, las siguientes transfusiones de sangre que se realizaron no tuvieron tanto éxito y pronto se desechó la práctica, que no fue retomada hasta que en 1902 Karl Landsteiner descubrió los cuatro grupos sanguíneos.