Nunca había sido tan fácil distinguir entre quienes promueven la salud pública y quienes emponzoñan el aire. Ante la desescalada, preguntémonos si la pandemia puede servir para que más ciudadanas y ciudadanos valoremos mejor el rigor técnico y, en cambio, sintamos más desafección hacia la manipulación.
Muchos compuestos químicos artificiales usados en la agricultura y la ganadería en las últimas décadas han rendido numerosos y legítimos beneficios humanos, sociales y económicos. Pero ¿se han utilizado sin producir efectos adversos? Nuestra intuición nos dice que no. Y los conocimientos científicos también nos dicen que tantas ventajas no nos han salido ‘gratis total’. Nuestra intuición –y un cierto sentido del deber– también nos dicen que no tenemos derecho a negar la factura que pagamos por utilizar tantos compuestos químicos artificiales. Y que no tenemos derecho a no trabajar para rebajar esa factura.