Hoy se inaugura en Malargüe, Argentina, la última de las tres estaciones de seguimiento de espacio profundo de la Agencia Espacial Europea. Junto a las otras dos –la de Cebreros, en Ávila, y la de Nueva Norcia, en Australia– la agencia podrá seguir las misiones que operan lejos de la Tierra.
Para contactar en todo momento con las sondas espaciales desde la Tierra, que no deja de girar, se necesitan al menos tres antenas. La Agencia Espacial Europea (ESA) disponía de dos: una en Cebreros (Ávila) y otra en Nueva Norcia (Australia), pero le faltaba la tercera.
La última pieza, de 610 toneladas, se inaugura hoy en Malargüe (Argentina), en una árida llanura a 1.500 metros de altura.
El trío de antenas de espacio profundo (DSA, por sus siglas en inglés), con sus discos parabólicos de 35 metros de diámetro, permiten seguir con una cobertura de 360° las naves que operan a más de 2 millones de kilómetros de la Tierra. Es el caso de las actuales y futuras misiones de exploración Mars Express, Venus Express, Rosetta, Herschel, Planck, Gaia, Euclid, BepiColombo, Solar Orbiter y Juice.
Las instalaciones, además de percibir las señales ultradébiles y transmitir telecomandos a largas distancias, permiten realizar experimentos científicos en el rango de las ondas de radio. De esta forma los científicos pueden estudiar las características de la materia a través de la que viajan las señales de comunicación entre las sondas y la Tierra.
De la Pampa al universo
La nueva antena tiene una vida útil estimada de cincuenta años. Sus capacidades se compartirán con Argentina, dado que su oficina nacional para el espacio, CONAE, ha sido socio del proyecto en el área instrumental.
“Es una magnífica obra de ingeniería, y la próxima semana empezarán a obtenerse los frutos de años de trabajo en diseño y desarrollo por parte de la Agencia”, señala Roberto Maddè, gestor del proyecto de la estación de la ESA.
Este trío de antenas de espacio profundo de la ESA se suma al de la NASA. La agencia espacial estadounidense tiene las suyas en Robledo de Chavela (Madrid), en Goldstone (California, EE UU) y en Camberra (Australia).