La ingesta de lácteos fue muy desigual entre las primeras poblaciones neolíticas de la Europa occidental. Hubo un menor consumo en las regiones del sur de la costa atlántica, península Ibérica y Francia que en las del norte. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio que ha recuperado y analizado los residuos de las cerámicas de hace entre 7.500 y 5.500 años.
Un equipo de científicos andaluces han modificado un residuo de arcilla, llamado bentonita, procedente de la industria del ladrillo y la cerámica para desarrollar un lecho filtrador con propiedades de limpieza del agua de riego agrícola. La nueva técnica, que permite reducir los costes, ha logrado por primera vez adsorber tres pesticidas comunes.
A través de la mirada que nos suscitan los objetos prehistóricos es posible inferir cómo interpretaban el mundo nuestros antepasados, según una novedosa investigación neuroarqueológica. Aunque no haya registro fósil del cerebro de las personas que vivieron hace miles de años, el estudio permitiría conocer su estructura mental a través de los objetos que construyeron, como las vasijas de cerámica.
Las vasijas de cerámica halladas en un yacimiento de Lekeitio en el País Vasco se emplearon efectivamente para almacenar aceite de ballena, que posiblemente podría pertenecer a ballenas del género Balaenoptera, entre otras. Así lo demuestra el análisis de residuos orgánicos preservados en las muestras arqueológicas. El trabajo muestra así las costumbres y tradiciones de los pescadores de ballena de la costa vizcaína durante los siglos XVI y XVII.
Un equipo de investigación de la Universidad de Isfahan, en Irán, ha analizado en el Sincrotrón ALBA de Barcelona la composición de unos antiguos vidrios iraníes de hace más de 4.000 años. Estas piezas decorativas fueron encontradas en el zigurat de Chogha-Zanbil, un templo piramidal declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los análisis se realizaron en más de 100 puntos diferentes de los objetos y determinaron que el vidrio contiene calcita, cristobalita y yeso.
Investigadores de varias instituciones españolas han hallado en el yacimiento de Atapuerca (Burgos) un fragmento de cerámica neolítica con una iconografía muy singular, que conecta por primera vez poblaciones de la meseta norte de la Península con otras gentes neolíticas del Mediterráneo peninsular, Alemania e Italia. Lo que más destaca del fragmento es su decoración con motivos ramiformes o antropomorfos, que hasta ahora no se habían encontrado en yacimientos del interior de la península ibérica.
En la península ibérica son muy escasos los yacimientos correspondientes a los inicios de la agricultura y la ganadería. Por eso, cualquier nuevo descubrimiento arroja importantes datos sobre la vida de hace más de 7.000 años. Una excavación en Cova Bonica en Barcelona ha permitido encontrar los restos humanos de seis individuos, los primeros pobladores del Neolítico, junto a sus objetos domésticos y algunos animales.
Un equipo de arqueólogos, liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha documentado y mapeado 344 vestigios arqueológicos, situados a más de 2.200 metros de altitud, en el Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici (Lleida). La investigación ha revelado un territorio fuertemente humanizado, ocupado desde hace más de 10.000 años. Los vestigios incluyen restos arquitectónicos, abrigos, túmulos, así como cuchillos de sílex y recipientes cerámicos.
Miriam Miranda Fernández (Escamplero, 1980) compone estructuras a medio camino entre lo orgánico y lo inorgánico con una singular aspiración: ser efímeras, desaparecer en el interior del cuerpo tras guiar el crecimiento del hueso como una especie de molde de la materia viva. Su planteamiento para imitar los huesos humanos le valió una ayuda Marie Curie de la Comisión Europea para investigar en el Imperial College de Londres, desde donde atendió esta entrevista.
Los condimentos llevan presentes en la cultura culinaria del viejo continente desde hace unos 6.000 años, cuando aún se practicaba el modo de vida de los cazadores recolectores, en la transición a la agricultura. El análisis de microfósiles encontrados en cerámicas de Dinamarca y Alemania ha revelado que la aliaria o hierba de ajo era el acompañamiento de carne, pescado y verduras en el norte de Europa.