El sector biotecnológico es uno de los más vibrantes de la economía española con crecimientos espectaculares en creación de empresas y de facturación, aún en tiempos de crisis. Sin embargo, muchas de estas firmas mueren en cuanto se acaban las subvenciones públicas de la primera fase. La solución pasa por buscar vías alternativas de financiación como el capital riesgo, los créditos mixtos público-privados y la internacionalización.
España se sitúa entre los primeros países en el mundo en creación de compañías de biotecnología. En estos momentos existen en torno a 1.000 empresas en nuestro país dedicadas a este negocio, con una facturación de unos 1.400 millones de euros en 2010, un 18% más que el ejercicio anterior. Alrededor de 400 de estas firmas están dedicadas puramente a la I+D+i en biotecnología. Todos estos datos aparecen en el informe Relevancia de la biotecnología en España, presentado recientemente por la Fundación Genoma.
Sin embargo, según explica a SINC Rafael Camacho, director general de Genoma España, la espectacularidad de los datos no debe distraer de los problemas reales a los que se enfrentan los bioemprendedores en España. Se trata, dice, de “un sector de alta cualificación y capacitación científica y técnica, ya que muchas de las firmas proceden de spin off de universidades y centros de investigación y entre su personal figuran doctores y científicos, pero con poca competencia empresarial”.
Los bioemprendedores, añade Camacho, “tienen que tomar conciencia de lo importante que es contar en sus equipos con personas que entiendan de gestión empresarial, financiera, comercial y de marketing, temas que muchos de los promotores científicos de estas firmas ignoran”.
“Una gran parte de las compañías de biotecnología que se crean mueren en cuanto se acaban las subvenciones públicas, debido a que dedican un capital intensivo para desarrollar la I+D en los primeros años y apenas disponen de facturación hasta lanzar un producto al mercado”, explica el director general de Genoma España. Además, “no se han preocupado de diseñar un plan de futuro realista”.
Tras esa fase, los bioemprendedores han de recurrir a financiación a través de créditos y de inversión privada. “Es lógico que se acabe la subvención, porque ya han entrado en la fase de innovación”, subraya.
Capital riesgo
Una de las opciones de financiación es el capital riesgo. Pero este segmento está muy poco desarrollado en nuestro país. En comparación con EE UU, donde este sector supone el 20% del total de las inversiones de estos fondos, en España solo llega al 1,3%. En 2010 se invirtieron en nuestro país 46,6 millones en biotecnología procedentes de firmas de capital riesgo, con una cuantía media por proyecto inferior al medio millón de euros, explica Rafael Camacho.
Pese a la inmadurez del segmento de capital riesgo en biotecnología en España, algunos ven grandes expectativas en este negocio. Es el caso Ion Arocena, director de la unidad de evaluación científica de la firma Suanfarma Biotech, que comenzó a operar en 2007 y gestiona un fondo de 8,6 millones de euros.
Esta compañía eligió la biotecnología porque su socio principal (Suanfarma) opera en este campo. Los sectores en los está interesada en invertir son la salud, la cosmética y la alimentación. Arocena cree que la biotecnología es un campo de alto valor añadido y en expansión. “Este sector está dando muchas alegrías a los inversores en Estados Unidos y lo mismo puede ocurrir aquí porque hay compañías muy interesantes”.
Arocena pone como ejemplo el caso de la firma Halotech DNA, que surgió de una spin off de la Universidad Autónoma de Madrid y que se dedica al desarrollo de un kit de fertilidad en semen de humanos y animales.
Suanfarma Biotech ha participado en todas las fases de la compañía, desde la creación a la puesta en marcha, la comercialización del producto y la internacionalización. Ahora Halotech DNA está presente 50 países. Y la firma de capital riesgo acaba de vender su participación a ST Reproductive Techologies LLC por una cifra que ha triplicado su inversión inicial.
Los criterios de inversión de Suanfarma Biotech son diversos y van desde el modelo que ha seguido con Halotech DNA (participando en todas las fases), a inversiones semilla (aquellas que no superan los 500.000 euros) destinadas a compañías ya instaladas que necesitan financiación para internacionalizarse o para dar un impulso comercial a su negocio.
Créditos publico-privados
Pero hasta que el capital riesgo en sea una opción real en España, existen otros mecanismos financiación a través de crédito para los bioemprendedores a los que ya se les hayan acabado las subvenciones. Entre ellos, el programa INNPACTO del Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI), que financia proyectos en cooperación público-privada entre organismos de investigación y empresas, para la realización de proyectos de I+D+i orientados hacia productos explotables basados en la demanda.
INNVIERTE, también del CDTI, es otro de los programas que conjuga el capital riesgo público-privado para el desarrollo y la consolidación de empresas innovadoras y de base tecnológica con alto potencial de crecimiento económico. El procedimiento de selección para elegir iniciativas en los sectores biosanitarios de este programa se inició el pasado mes de septiembre.
Genoma España tiene también una iniciativa denominada InnoCash, que “financia mediante créditos proyectos de desarrollo tecnológico que incorporan resultados generados en centros de investigación, aportan una clara innovación orientada al mercado y movilizan la inversión privada”.
Internacionalización
Pese al gran potencial de la biotecnología esta actividad es todavía mínima en las grandes cifras de la economía española y supone solo el 1,3% del PIB. La Fundación Genoma calcula que este índice llegará al 1,8% en 2012.
El director general de Genoma España, Rafael Camacho, ve en la internacionalización de estas empresas una de sus mayores vías de crecimiento. Para impulsar la salida al exterior de estas firmas, la patronal del sector ASEBIO promueve varias iniciativas como la feria EuropaBio para facilitar el encuentro de compañías que puedan establecer alianzas y licencias. La patronal también explora las posibilidades de mercado en EE UU y, más recientemente, en Abu Dabi.
Asimismo, Genoma España acaba de lanzar un programa piloto al que han denominado USA Landing con el que se va a cofinanciar a empresas que tengan interés en instalarse en Estados Unidos.
Para paliar la carencia de conocimientos en gestión empresarial que existe entre los bioemprendedores, la Fundación Genoma puso en marcha en 2005 Biocampus, un programa de formación y asesoramiento para impulsar y apoyar la creación de empresas de biotecnología Desde su lanzamiento, se han creado un total de 94 empresas. Y, según los datos de la fundación, aproximadamente el 47% de los planes de negocio que se generan en el programa se convierten en proyectos empresariales.
En cada una de sus ediciones Biocampus elige cinco proyectos ganadores. En la de este año se ha premiado, entre otros, al proyecto AC-Gen Reading Life, ganador del premio de 30.000 euros. Esta firma, en pleno proceso de constitución como compañía, ya tiene un socio industrial, la empresa Imegen, de Valencia. Su actividad se va a centrar en el ámbito de los análisis genéticos.
La firma la han creado Alberto Acedo, investigador del CSIC, con formación en estudios de genómica, y Adrian Ferrero, economista. “Las dos visiones, la científica y la económica, nos dan mucha ventaja y nos hace ser más realistas”, explica Acedo. Además, “el respaldo que nos da tener un socio industrial también está siendo muy positivo”, señala.
Los emprendedores tienen entre sus planes la internacionalización sobre todo el Europa, colaborando con la sanidad pública y la privada. Su sede estará en el Parque Científico de la Universidad de Valladolid.
Otro de los proyectos galardonados (con un premio de 20.000 euros) ha sido Spectrapply, una spin off surgida del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA), en Asturias. El proyecto, explica Miguel Ángel Fernández Lazcano, está dirigido al desarrollo, aplicación y comercialización de herramientas analíticas basadas en la bioespectroscopía de infrarrojo aplicada a la industria agroalimentaria. Así, explica Fernández Lazcano, se podrán conocer, solo radiando con una fuente de luz totalmente inocua, propiedades de los alimentos, como frescura, composición, nutrición, etc.
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