Dos meses de trabajo para desvelar secretos de seis millones de años de evolución de la tierra. Con este objetivo partía en el mes de noviembre la expedición IODP-339 coordinada por Francisco Javier Hernández-Molina, investigador de la Universidad de Vigo y por Dorrik A.V. Stow, de la Heriot Watt University de Edimburgo. A bordo del buque Joides Resolution llegaron al puerto de Lisboa este martes cargados con cerca de 5,5 kilómetros de sedimentos recogidos de las profundidades marinas del Golfo de Cádiz.
Estas muestras permitieron al grupo de 35 científicos de 14 nacionalidades encontrar nuevas evidencias sobre los pulsos tectónicos de la Tierra, así como un detallado registro de los cambio climáticos sufridos por el planeta en los últimos 6 millones de años. Algunos de estos descubrimientos serán de especial interés para futuras exploraciones de gas y petróleo a nivel mundial, según indicaron este miércoles en una comparecencia antes los medios de comunicación en la capital lusa.
¿Qué esconde el Golfo de Cádiz?
El investigador Hernández-Molina con-dirige este equipo internacional que compartió dos meses de trabajo a bordo de uno de los mejores buques de perforación del mundo. En el Golfo de Cádiz perforaron a profundidades inéditas para esa zona y obtuvieron por primera vez muestras de estos sedimentos marinos con fines científicos. Según explica Dorrik Stow "la expedición nos dio respuesta a muchas de las cuestiones planteadas al inicio, pero también nos acercó resultados científicos totalmente inesperados".
La elección del Golfo de Cádiz como zona de perforación responde al hecho de que en el Estrecho de Gibraltar una poderosa cascada de agua del Mediterráneo se extiende hacia el Atlántico. Esta masa de agua es más salada y menos densa que la del Atlántico y, por lo tanto, se hunde hasta más de 1000 metros, erosionando los fondos marinos rocosos, excavando cañones submarinos y construyendo montañas de lama en un paisaje submarino desconocido. Estos depósitos albergan un registro climático y tectónico que se extiende más allá de los últimos 5.3 millones de años.
La existencia de este registro guió a la expedición IODP-339 en la búsqueda de muestras de sedimentos poco conocidos, las contornitas, depósitos que deben su nombre a las corrientes que los crean, que circulan "contorneando" las cuencas oceánicas. "Ahora comprendemos mucho mejor los trazos que caracterizan a las contornitas y validamos, sin lugar a duda, el paradigma que plantea este tipo de sedimentación", comenta Dorrik Stow.
Un planeta en constante movimiento
Los océanos están lejos de ser estáticos, muchas corrientes circulan a diferentes profundidades, formando una cinta transportadora de calor y energía que controla y amortigua el clima global. El Estrecho de Gibraltar es uno de estos corredores submarinos que se reabrió hace menos de 6 millones de años.
En esta zona, el equipo científico encontró evidencias del "pulso tectónico" producido por la confluencia de las placas tectónicas africana y europea. Este efecto tectónico produjo en el pasado fuertes terremotos y tsunamis y generó importantes flujos de masas arenosas al mar profundo. En cuatro de los siete puntos de perforación hay una parte importante de registro geológico que desapareció, lo que evidencia la existencia de una corriente tan intensa que consiguió erosionar el fondo marino. El investigador de la Universidad de Vigo, Javier Hernández-Molina, destaca que pudieron “entender como el Estrecho de Gibraltar actuó primeramente como una barrera y luego cómo corredor oceánico”.
Las huellas del cambio climático y los ríos de arena
El primer punto que se perforó, localizado en la margen oeste de Portugal, se planificó para obtener el registro sedimentario más completo de los cambios climáticos de la historia de la Tierra durante el último millón y medio de años. Esto cubre por lo menos cuatro de las edades de hielo más importantes y proporcionan un nuevo archivo marino para comparar con los registros de hielo de Groenlandia y la Antártida, así como con los existentes en tierra firme. El equipo científico se muestra gratamente sorprendido de encontrar exactamente esta misma señal climática en los montículos contorníticos que se perforaron en el Golfo de Cádiz.
Otro descubrimiento sorprendente es el hallazgo de más arenas en los sedimentos contorníticos de las que cabría esperar. Los científicos encontraron impresionantes acumulaciones de área, muestra de una grande intensidad, alta velocidad y larga duración de las corrientes de fondo mediterráneas. Este descubrimiento puede significar un giro en las futuras exploraciones de gas y petróleo a nivel mundial. "La profundidad, espesor, extensión y propiedades de estas arenas, las dota de unas condiciones ideales para que los hidrocarburos queden almacenados", explica Stow. "Esta arena es especialmente limpia y bien seleccionada y, por lo tanto, muy porosa y permeable. Nuestros descubrimientos podrían suponer un cambio importante nos futuros objetivos de exploración de hidrocarburos".