Cada semana dos activistas medioambientales de origen indígena son asesinados por luchar por sus derechos y proteger sus tierras en el mundo, según se ha resaltado en la entrega de los galardones Equator Prize 2015, celebrada en París en el marco de la cumbre del clima. Conducida por el actor Alec Baldwin, durante la ceremonia se reivindicó el papel de estas poblaciones "para que la protección de los recursos naturales no sea criminalizada".
"Hemos sido por siglos guardianes de la Tierra. Por eso nos persiguen y nos criminalizan", así comenzaba su discurso Encarnación Janamejoy, rectora de la Institución Educativa Agropecuaria Inga de Aponte (Colombia) durante la ceremonia de entrega de los Equator Prize 2015.
Estos galardones, entregados anoche en el marco de la vigésimo primera cumbre del clima (COP21) en el teatro Mogador de París, están organizados por la United Nations Development Programme (UNDP) y reconocen 21 proyectos locales de 19 países diferentes que buscan soluciones de desarrollo sostenible para las personas y la naturaleza en todo el mundo.
Los asistentes al acto, conducido por el actor estadounidense Alec Baldwin, pronunciaron emotivos y reivindicativos discursos sobre el papel fundamental de las poblaciones indígenas en la protección de la biodiversidad.
"Es un reconocimiento para hacer visible la lucha de las poblaciones indígenas por la madre Tierra. Hay que liberar la Amazonía y las zonas de páramo de su uso ilícito y del narcotráfico”, dice a Sinc Hernando Chindoy, líder del Resguardo Indígena de Aponte de la comunidad Inga en el municipio de Tablón de Gómez (Colombia).
Algunos de los premiados del Equator Prize 2015. / Adeline Marcos (Sinc)
En plena zona de conflicto armado, su pueblo –con una población de 3.600 personas– lucha por recuperar su soberanía y los derechos de sus más de 22.000 hectáreas de territorio ancestral. Gracias a un acuerdo con el gobierno del país, se ha diseñado un programa para eliminar de sus tierras las plantaciones de drogas, así como las guerrillas y el tráfico de droga que degradaban los ecosistemas y limitaban el desarrollo sostenible.
“Pero ahora también existe un problema con la minería, ya que estos terrenos son de los más solicitados para esta actividad", añade Chindoy. En las más de 17.000 hectáreas que han quedado libres de guerrillas, consideradas ahora área sagrada, la comunidad se organiza ahora en temas de salud, educación, restauración de los ecosistemas y sostenibilidad.
Reforestación en medio del desierto
Como los Inga, otros pueblos se adaptan al cambio climático y mejoran su bienestar. Es el caso de otro de los premiados en Afganistán: Rural Green Environment Development. En una de las zonas más pobres y remotas del país, la organización trabaja en un área de 1.500 kilómetros cuadrados con 90 pueblos (más de 40.000 personas) para promover un modelo de desarrollo basado en la regeneración ambiental y la protección de la vida salvaje.
Alec Baldwin condujo el evento. / UNDP
Tras décadas de conflictos, inseguridad y explotación de los recursos naturales, la iniciativa permite ahora restaurar los ecosistemas desde una perspectiva comunitaria. Se han creado más de 6.000 empleos, construido canales de riego, 125 presas y 120.000 metros de terrazas. En total se han plantado más de 200.000 árboles.
“Nuestras poblaciones ofrecen soluciones de verdad para luchar contra el cambio climático”, ha señalado la representante de la asociación afgana durante la entrega del premio. “No soy una experta en clima, soy doctora y madre. Cuando mi hijo se pone enfermo no puedo dormir ni comer. Ahora es nuestro planeta el que está enfermo, ¿cómo podemos ni siquiera vivir sin intentar curarlo?”, ha manifestado.
Como en muchos otros lugares, la explotación de los recursos está a la orden del día. El jefe Raoni de Brasil, también premiado con el proyecto del Instituto Raoni, la cara más visible del pueblo indígena Kayapó, ha destacado que “en su país se está haciendo mucha explotación de minerales y también por parte de las empresas hidroeléctricas, lo que supone una gran amenaza”.
Gracias a su iniciativa, que lucha contra la deforestación ilegal en una de las zonas más remotas de la selva de la Amazonías, Raoni ha logrado proteger más de 2,5 millones de hectáreas de tierras indígenas. El proyecto trabaja en el refuerzo de la seguridad alimentaria y el sustento de más de 3.000 personas.
Todas las miradas puestas en la COP21
Los pueblos indígenas son los grupos que menos contribuyen a los efectos de cambio climático pero sin duda los más afectados por sus consecuencias. "Gran parte de la solución de la crisis climática que se debate en la COP21 solo será posible con una relación transparente con los pueblos indígenas. Pedimos que se revisen con urgencia las concesiones a industrias extractivas”, ha declarado Janamejoy.
Todos se consideran como parte de la solución: “Tenemos saberes milenarios que han sustentado la vida por generaciones. Nuestra tierra está llorando y sangrando, ¡protejámosla!”, ha continuado durante su intervención.
Los representantes de estas comunidades indígenas han venido a París no solo a recoger un premio, sino a presionar a los países para llegar a un acuerdo. Piden un acuerdo ambicioso para el cambio climático que no se puede hacer sin el reconocimiento de las poblaciones.
“Sus iniciativas son inspiradoras y es necesario darles una importancia a mayor nivel", ha subrayado Naoko Ishii, directora del Global Environment Facility. Para Kumi Naidoo, director ejecutivo de Greenpeace, los pueblos indígenas son los mejores protectores de nuestros bosques y de nuestra biodiversidad, pero “en todo el mundo están luchando por sus vidas”.
Naidoo ha recordado la triste estadística a la que se enfrentan día a día: dos activitas ambientales son asesinados cada semana. “No se pueden violar sus derechos. Esto no parará hasta que se les reconozca y se les respete”, ha concluido el experto para quien el objetivo de 1,5 ºC es imprescindible para su supervivencia.
Encarnación Janamejoy y Hernando Chindoy, dela comunidad Inga de Aponte. / Adeline Marcos (Sinc)