Las aves marinas excretan cada año 510.000 toneladas de nitrógeno y 99.000 de fósforo, dos elementos indispensables para la fertilización natural de los suelos. Las cantidades son semejantes a las que aportan todos los ríos del mundo y comparables a las que producen las actividades pesqueras. Así lo constata un estudio internacional liderado por la Universidad de Santiago de Compostela en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas.
Los excrementos de las aves marinas, como gaviotas y cormoranes, transforman la composición de los suelos, el agua y la vegetación de las zonas donde establecen sus colonias de reproducción. Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Communications, muestra que estos restos son una importante fuente de nutrientes, especialmente en la región del océano Antártico y el océano Austral.
A través de un inventario global de 320 especies, científicos de un equipo internacional liderado por Xosé Luis Otero, profesor de la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), han calculado cuánto nitrógeno y fósforo evacuan las aves marinas adultas y sus polluelos. La cantidad de nitrógeno ya se había estimado, pero hasta ahora no había cifras del fósforo excretado por estas aves.
“Analizamos los excrementos de la gaviota patiamarilla (Larus michahelis) en el Parque Nacional de las Cíes, del cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) y de algunos pingüinos del sur de Argentina. Después, utilizamos un modelo bioenergético que tiene en cuenta lo que come cada especie, su peso, el tiempo que está en la colonia y la eficacia de su metabolismo; y calcula la cantidad de nitrógeno que excreta. Nosotros lo adaptamos para el fósforo”, apunta a Sinc el científico de la USC.
Según sus cálculos, cada año, a través de los excrementos se depositan en las colonias de cría 510.000 toneladas de nitrógeno y 99.000 de fósforo, cantidades semejantes a las que aportan todos los ríos del mundo “o incluso del nitrógeno y fósforo extraídos de las aguas marinas por la actividad pesquera”, aseguran.
El laboratorio natural de las Islas Atlánticas
El Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia funcionó como “un auténtico laboratorio natural” de donde salieron los primeros datos. El fósforo recogido de las zonas de control reflejaba fielmente el impacto de las gaviotas en el suelo de las Islas Cíes. En el caso del nitrógeno, la huella de las aves era evidente si se recogía al final de la cría, pero tres meses después, sobre todo con las lluvias, se perdía. “Cada año su acumulación en el suelo empieza desde cero”, añade el autor.
“Estos dos elementos son fundamentales porque sin ellos no hay productividad primaria o fertilización natural. Afectan directamente a la capacidad productiva de los océanos”, subraya el experto. Las gaviotas extraen nitrógeno de grandes zonas oceánicas –de manera que este nutriente deja de estar disponible para el fitoplancton – y lo acumulan en las costas. Esto podría ser un motivo más por el cual las zonas costeras poco profundas son muy productivas.
Resumen esquemático de los procesos que acoplan los efectos ambientales locales y regionales en las colonias de aves marinas / 'Nature Communications'
Puntos calientes de exportación de nutrientes
Después de haber obtenido los datos de impacto de las aves, los científicos los compararon con los producidos en otros procesos, como la actividad pesquera, que sí se tienen en cuenta dentro del ciclo natural del nitrógeno y el fósforo, y vieron que su valor es relevante. “También calculamos el total de ambos elementos, que suele estar entre el 10% y el 15%”, añade.
Los investigadores sugieren que las colonias de aves marinas en regiones polares y subpolares podrían ser puntos calientes de exportación de estos elementos a los océanos.
“Estamos hablando de zonas remotas. En áreas muy humanizadas surgen otros problemas, ya que el ser humano contamina con nitrógeno las costas, como pasa en el Mediterráneo o el Mar menor. En las grandes zonas oceánicas el equilibrio es muy delicado porque si extraes nitrógeno, eliminas la capacidad de ese ecosistema de producir fitoplancton”.
Los investigadores han determinado también la distribución mundial del aporte global, para lo que fue necesario analizar más de 3.000 colonias. Pese a que las aves marinas se distribuyen por igual en las zonas circumpolares, más del 80% de nitrógeno y fósforo se deposita en el hemisferio sur, debido al mayor tamaño de las especies en esa parte del planeta. Entre ellas, sobresalen los pingüinos en el hemisferio sur y el arao común en el norte.
El equipo también propone un nuevo término, ‘ornitoeutrofización’, para designar el impacto de las colonias de las aves marinas sobre los ecosistemas costeros.
Referencia bibliografía:
Xosé Luis Otero , Saul De La Peña-Lastra , Augusto Pérez-Alberti, Tiago Osorio Ferreira y Miguel Angel Huerta-Diaz. “Seabird colonies as important global drivers in the nitrogen and phosphorus cycles”. Nature Communications DOI: 10.1038/s41467-017-02446-8